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Jazmines para Enriqueta

Aquí no hay pasado, presente o futuro. Aquí hay todo eso a la vez. Nada pasa

Juan Miguel Vega

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Casi todos los domingos, mis amigos y yo cruzábamos Nervión para ir desde Rochelambert al centro, donde siempre hacíamos lo mismo: entrábamos en la Catedral, subíamos a la Giralda -sin colas, sin guiris y por sólo diez pesetas- y volvíamos a casa por el mismo ... camino. Todavía no habían puesto las rejas en el pretil del campanario para disuadir a los suicidas, así que daba vértigo asomarse y ver la ciudad por encima del revolotear de los vencejos. La Sevilla que desde allí se mostraba a nuestros infantiles ojos tenía, como ahora, como siempre, una relación de prescindencia con el tiempo. Morales Padrón decía que en Sevilla el futuro no existe, sólo existe el presente. Yo, en cambio, creo que en Sevilla el tiempo discurre en una dimensión distinta a las convencionales. Aquí no hay pasado, presente o futuro. Aquí hay todo eso a la vez. Nada pasa. Todo es para siempre, aunque ya, en apariencia, no exista. Hace unos días, Pérez Reverte recordaba en Canal Sur Radio el modo en que Antonio Burgos lo argumentó:

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