Gavidia, fin de la ruina

Un niño del barrio que naciera en junio de 2003, cuando el edificio se declaró en ruinas y la Policía Nacional tuvo que abandonarlo de un día para otro, estará a punto de terminar su carrera y no habrá conocido en la céntrica parcela más que un edificio ruinoso. Hay tradiciones en Sevilla con menos antecedentes.

Cuesta recordar algunos avatares del proceso por el que ha pasado esa parcela. Para empezar, después de la declaración de ruina sobrevenida, el Ayuntamiento cometió una doble insensatez: bloquear en la redacción del PGOU cualquier calificación que pudiera incrementar el valor de la parcela con vistas a condicionar su venta, a pesar de que su propietario era una administración pública, el Ministerio de Interior. Y comprar el edificio. La ciudad invirtió 14 millones en la compra y pedía a cambio que le construyeran cinco comisarías pendientes. Pero nunca fijó un plazo.

Pronto (es decir, pasado un buen puñado de años) el ayuntamiento se dio cuenta de que no sería capaz de cumplir su propósito de hacer del viejo edificio un espacio público, a pesar de la necesidad de infraestructuras vecinales del casco antiguo. Así que inició un tortuoso proceso de venta por concurso en el que ponía tantas condiciones que encontró nulo interés, a pesar de tratarse de una de las mejores parcelas de la ciudad: No podía tener uso comercial, no se podía demoler el edificio por ser un ejemplo de racionalismo arquitectónico, debía incluir un museo de la memoria Histórica... Más que un pliego, se ofrecía un laberinto hipotecado.

Hace apenas tres años el Ayuntamiento se dio un baño de realidad y se dispuso a solventar su problema. La solución fue poco original, buscar inversores para convertir la antigua comisaría en un hotel. Mientras llegó el interesado, los sevillanos, vía impuestos, pagábamos 150.000 euros anuales en mantener la ruina. Las condiciones se fueron rebajando. Del antiguo edificio solo queda hoy su esqueleto.

Ahora que sabemos que La Gavidia dejará de ser una ruina pública, no está mal pensar qué hubiera pasado si el Ayuntamiento, aprovechando aquella revisión del PGOU en 2003, hubiera acordado con el Ministerio, a cambio de un uso privado como el que finalmente va a tener el edificio, haber construido en pocos años las cinco comisarías y haber asegurado una dotación de policías suficiente para no tener hoy un déficit de 400 agentes... Igual esa ciudad no sería Sevilla.

Las vergüenzas de la Gavidia tuvieron que taparse con una lona gigante con un pasaje de 'La ciudad' de Chaves Nogales que con el paso del tiempo terminó por caer raída. El sol había borrado las letras. Toda una metáfora.