SIN ACRITUD
El juicio final
El pasado domingo 20 de agosto, como si de un 11 de noviembre se tratase, a Luis Rubiales le llegó su San Martín
Cosas que ya sabe usted de Luis Rubiales. Es un gañán. Un gañán de libro. No entendido como un insulto, sino como una definición literal recogida en el Diccionario de la Real Academia Española en su segunda acepción: «Hombre que muestra rudeza y tosquedad ... en su comportamiento». Una persona que se echa la mano a sus santas partes para celebrar un triunfo queda perfectamente definida con adjetivos como vulgar o grosera. Recuerden al portero de Argentina al celebrar su victoria en el Mundial de Qatar. Decir que Luis Rubiales es un maleducado no es faltarle al respeto. El respeto hay que ganárselo. Además es un machirulo, término que no viene definido en la RAE pero usted entiende perfectamente. Porque lo que hacen los machirulos en momentos de euforia es agarrar a una mujer por la cabeza y darle un beso en la boca, sin pedirle opinión ni permiso. Lo hacen porque en el fondo piensan que esa mujer, la que sea, estará encantada con el hecho de que el macho alfa la agarre y la bese con fruición. Todo esto que representa Luis Rubiales –falta de educación, grosería, vulgaridad, sentimiento de superioridad sobre la mujer...– desemboca en un machista de padre y muy señor mío. Todo esto lo sabemos ya. Son hechos contrastados por los que no debería haber bajado del avión que le trajo de Australia siendo aún presidente de la Federación Española de Fútbol. En realidad nunca debió subirse, pues ya le precedían suficientes asuntos turbios y truculentos como para haber cesado en su cargo mucho antes. Sin embargo subió. Y se bajó. Nada de dimisión. Porque en realidad no es consciente de su gañanismo. En el fondo sigue sin entender nada. Hasta aquí lo que todos sabemos.
Ahora le contaré otro aspecto de Luis Rubiales que quizá usted desconozca y que puede ayudarle a formarse una idea aún más clara del personaje. Puedo afirmar en primera persona que Luis Rubiales, en el ejercicio de su profesión, juega sucio. Hace unos meses, la RFEF presentó una denuncia contra mi persona y otra contra el periódico que dirijo, LA VOZ de Cádiz, por un reportaje en el que se ponía en entredicho la viabilidad económica de la nueva categoría creada bajo su mandato, la Primera RFEF. En su escrito de acusación lanzaba todo tipo de descalificaciones contra el redactor autor del texto, al que claramente pretendía amedrentar, pese a que el reportaje era impoluto. Obviamente no rectificamos ni una coma, fuimos a juicio y ganamos. La Federación fue condenada a pagar las costas procesales, algo que imagino le importó bien poco. Tras la sentencia, supimos de varios casos más en los que utilizó la Justicia como arma arrojadiza contra otros profesionales y medios de comunicación. Esta casa sin ir más lejos. Y lo hizo como medida de presión para tratar de controlar las informaciones. Por cosas como está, somos muchos a los que no nos extraña todo lo que está sucediendo. El pasado domingo 20 de agosto se celebraba la festividad de San Bernardo de Claraval y San Samuel. Pero a Luis Rubiales, como si de un 11 de noviembre se tratara, le llegó su San Martín.
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