Cómo están los máquinas

A esta hora, los consejeros de Turismo de las regiones más afectadas por el fenómeno respiran tranquilos. Hace viento fuerte del suspiro de alivio que al unísono han exhalado los alcaldes de las ciudades más turísticas y en las comunidades de vecinos sólo se escucha el aromático crepitar del aceite en la sartén esperando al huevo. Gracias, Luis Rodrigo, por existir.

Lo habrán notado, ya. No se oye el molesto ruido de las ruedecillas de las maletas atravesando el adoquín. No se tropieza uno con el guiri pesado que interrumpe el paso mirando google maps en el móvil y las terrazas están vacías. Todas las mesas a su disposición, oiga. Puede elegir la que quiera.

A muchos parece que no les importaría un presente así. Es el caso de nuestro solvente extremo zurdo de la política, que está que se sale estos días, desde luego. El intervencionismo de Pretecnología de tercero de Primaria que auspician con su bote de pegamento en Málaga llega muy poco después de que hayan exigido el cierre de los campos de golf para ahorrar agua. Se han olvidado de pedir que los ricos no beban. A este paso, con el noble objetivo de arreglar el problema de la sanidad proponen asaltar las fábricas de aspirinas para repartirlas entre el populacho. Acabado el dolor, muerto el problema. Un video en Tik Tok ya.

Antes se definía el populismo como la propuesta de soluciones fáciles a problemas difíciles. Ahora, además, parece que hay que rozar el ridículo mientras se clama por laminar cualquier herramienta que haya demostrado potencial para crear riqueza en nuestro territorio. Cuanto peor, mejor. Y esperen, que todavía no hemos entrado en la campaña pura y dura. Cómo están los máquinas.