PÁSALO
Jerez sin fronteras
Jerez se puso fronteras para saltárselas y ¿Qué mejor salto que 2031?
Si alguna vez las tuvo por razones históricas, desde hace mucho tiempo dejó de ponerles vallas a su ambición internacional, ya fuera con sus vinos, con sus caballos, con su patrimonio cultural o con sus motos. Jerez viene pidiendo a gritos acompasados por la gracia ... de una bulería sitio, territorio, espacio. Aire como cantaría José Mercé. Para desparramar su ser por el mundo. Un mundo sin fronteras. Vas a Jerez para escribir este artículo y te encuentras con ese pálpito inconfundible que pregona un futuro ambicioso, una apuesta decisiva en la agenda de una ciudad que se echa un pulso consigo misma para dar su próximo salto adelante. Hace unas semanas se presentó la candidatura de Jerez a capital cultural europea de 2031. Y la ciudad, hecha aún a escala para ser feliz en sus tabancos y plazuelas, lo disfrutaba como diciéndose ese año, puede ser un gran año para todos.
La candidatura abunda en su argumentario cultural, patrimonial y artístico para pivotar sobre unos ejes que en Jerez son tan ciertos como el aire mágico de sus bodegas: la inclusión, la diversidad cultural y el diálogo entre personas de compases distintos. Esa nueva meta jerezana la traducen sus ciudadanos como una epifanía que cada cual expresa como sabe y siente. El empresario inmobiliario, también vinatero y aceitero, Fulgencio Meseguer me segura que Jerez está de moda. ¿Lo está porque también le alcanza el sunami turístico de Cádiz y su litoral? Algo de eso hay. Porque los grandes cruceros que llegan a la capital también viajan a interiores tan cercanos y bien comunicados como Jerez, sin dudas atraídos por las singularidades extraordinarias que ofrece el enoturismo, las bodegas y una ciudad, como dije más arriba, hecha a escala para ser feliz. Un guiri en un tabanco puede parecerte tan raro como a Sabina un torero en Bélgica. Pero los ves en los más punteros: Plateros, Banderillas, San Pablo y El Pasaje. Y no se pierde un espectáculo en la Real Escuela de Arte Ecuestre
Jerez sabe lo que tiene. O al menos se ha dado cuenta de que es mucho más, infinitamente más, que una noche de cantes, solera y garabato en una pataíta por bulerías. Que también. Jerez está dando un estirón, con nuevas conexiones aéreas con Europa, la apuesta hotelera para lo que viene y la recuperación de casas de rancio abolengo para pisos turísticos. El propio Meseguer ha recuperado el palacio de la condesa de Casares para uso hotelero y, como benefactor, restaurará la iglesia de San Dionisio. La turismofobia aún no ha pasado del puerto de Cádiz, donde los operadores ingleses hablan de cambiar el flujo a países donde sus clientes no sean maltratados. El poeta Rafael Benítez Toledano, que es jerezano con ocho apellidos de solera popular, asegura que Jerez se puso fronteras para saltárselas. ¿Hay mejor salto que el que la ciudad se ha fijado para 2031?…
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