Es la financiación, señora

La memoria no existe en política. Salvo para hacer política. Un tipo con memoria no se come un sanjacobo en ese fragor incandescente de olvidos y medias verdades, salvo que contacte con los Hombres de Negro y les pida el neuralizador, aquel aparatito que te borraba los recuerdos. Muchos deben de tener hoy en pleno funcionamiento el citado gadget. A Marlaska, por ejemplo, le hablan de Barbate y se peina con el neuralizador. Y el personaje, el gran jefe, debe cambiarle las pilas a diario, de lo que usa la desmemoria. El de la señora ministra es francamente bueno. De lujo. Irremplazable. Con la condonación de la deuda se ha debido de dar dos toques maestros, de los de peluquería de boda. Porque en 2018, aún en la dehesa provinciana de la Junta andaluza, se mostró milicianamente en contra negándole al austero Montoro los beneficios de una quita y defendiendo lo que hoy le repugna: la reforma de la financiación autonómica. La madre del cordero. Lo demás es imitar a Trump cuando le preguntan si sigue pensando que Zelensky es un dictador y el rubio de Gaza dice con la lengua empapada de mermelada de cinismo: ¿Yo he dicho eso?...

Es durísimo el trabajo del político y cumplir con el voto de pobreza de la memoria. Otro ejemplo que viene al pelo (sin segundas) es el de la señora Jessica Rodríguez, la amiga cercana de Ábalos, que cobraba sueldo público y se olvidaba de ir a trabajar. Hay amistades tan bien pagadas que lo dan todo… La señora Montero lo está dando todo para que la creamos en esta campaña de la condonación de la deuda. El problema es que es la economía, ministra. La reforma de la financiación, lo que usted defendía con ardor guerrero en 2018, cuando no había que hacerle favores a una banda de golpistas para poder seguir gobernando con muy poca memoria…