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PÁSALO

Devastación

En el Congreso hay una gota fría permanente que nos hiela el corazón

Félix Machuca

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Saludar ayer a la mañana con unos buenos días no dejaba de ser un duro sarcasmo. Una DANA le había rajado la barriga al cielo y por la herida cayeron rayos, centellas, tornados y muerte. Una devastación apocalíptica que dibujó en pueblos y carreteras un ... paisaje de destrucción masiva, como si una de esas armas bélicas que se buscaron alguna vez en Irán, se hubieran empleado en Málaga, en Almería, en Granada, en Valencia y Albacete. Las torrenteras arrastraban coches y camiones. Y los ríos, salidos de madre, desmoronaban puentes como una ola de mar acaba con un castillo en la arena. Los ciudadanos sorprendidos buscaban, en su desesperación, lugares elevados donde ponerse a salvo de tan bíblica ira del cielo. Y sus familiares vivieron la noche más larga pegados al móvil y a la radio para saber algo dentro de tanta incertidumbre y deseando ver el anuncio de la calma en el vuelo de una paloma con una ramita de olivo en su pico. Los daños han sido de guerra. Porque más de medio centenar de muertos, solo en Valencia, se registraban ayer en la mañana de manera oficial. Los vivos que sufrieron la traumática experiencia de una noche de emergencia máxima, de las que dejan huellas en el alma y en la memoria, los que lo perdieron todo, casa, patrimonio y familiares, esos aún andan sonámbulos. Con un golpe brutal en la caja de los sentimientos.

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