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EL RECUADRO

Curro vuelve a La Algaba

Lo más currista de Romero fue su forma de retirarse en La Algaba

Antonio Burgos

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Desde 2001, el publicista y diseñador Antonio Esquivias edita un cartel de la temporada taurina que remata con una genial forma de poner el año. Por ejemplo, 2022 fue «Año 22 d.C.». Este «d.C.» no es «después de Cristo», como en las excavaciones ... arqueológicas, sino «después de Curro». Y ese «después de Curro» nos hace pensar siempre en La Algaba, donde mató Romero en el festival de Andex su último toro y se retiró sin decir que se había despedido aquella tarde. Lo más currista de Romero fue su forma de retirarse en La Algaba. Quienes presenciaron su última faena aquel 22 de octubre del 2000 no sabían que habían visto al Faraón matar su último toro. Hasta en eso fue único Romero, porque no supimos que se había retirado hasta ya por la noche, en 'Clarín' de Radio Nacional, cuando le dijo a Fernando Fernández Román, como lo más natural del mundo, que ya se había ido del toreo, que el festival de La Algaba había sido su última actuación. En los más puros cánones de la estética currista, sin anuncio previo, sin publicidad, sin cuartos al pregonero. Al final de aquel toro, cogió los avíos de matar que por última vez había llenado de arte, se los entregó a Gonzalito y tampoco le dijo nada a nadie de que ya había decidido irse para siempre. No en Sevilla, ni en Madrid, ni en las plazas cuyas puertas grandes tantas veces abrió, sino en La Algaba, en el coso que recuerda los carros con los que se cerraban las calles para correr toros. Empezó en La Pañoleta y se retiró en La Algaba. Fue como un cerco de llegada y de despedida de su Camas, que es ciudad dormitorio porque allí soñó Sevilla que la iba a nacer un torero en forma de mito, un mito en forma de torero.

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