Conseguir la independencia chutando
Lo más patético del proceso independentista es que en algún momento los líderes en la sombra de aquellos Pastorets patrióticos creyeron que ganarían la independencia de Cataluña chutando
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Iniciar sesiónLo más enternecedor del Yellow Submarine es que realmente en aquella época muchos querían vivir en un submarino amarillo. Lo más patético del proceso independentista es que en algún momento los líderes en la sombra de aquellos Pastorets patrióticos creyeron que ganarían la independencia de ... Cataluña chutando. Chutando, sí, balón deshinchados de la grada al campo el día del Clásico. Los jefes de Tsunami hicieron practicar a los que iban a chutar y les dieron consignas como si fueran soldados de Israel de la Guerra de los Seis Días. Siempre la fantasmada por delante. Siempre la retórica bélica, como si por fin fuéramos a librar la gran batalla a vida o muerte contra España; una batalla que por cierto ni en aquellos años y en ningunos otros llegó jamás a librarse porque a la hora de la verdad siempre pasa que la mitad se entrega a la policía y la otra mitad huye como las ratas. Además, como recordamos lo que los que estuvimos en aquel partido, el entrenamiento de los chutadores no sirvió de nada y el lanzamiento de balones al terreno de juego fue un estrepitoso fiasco, como la larga lo fue el propio movimiento del Tsunami. Estaría bien que entre las filtraciones estuvieran las actas de los ensayos que hicieron estos patriotas para hacer algo en apariencia tan elemental como lanzar un balón desde la grada al campo. No sé si fue el exceso de consignas o la poca fe en la independencia de Cataluña lo que les llevó a hacer aquel ridículo mundial.
Pero chutar es realmente lo que el independentismo quería. Es la nación deportiva a la que tantas veces ha hecho referencia Arcadi Espada. Si el Barcelona podía ganar Ligas y Champions, también Cataluña podía lograr sus objetivos políticos. De ahí la obsesión por utilizar el Barça y por reducir el debate público ya no solo español, sino europeo, a chutar un balón desde la grada. En aquellos días, el entonces, presidente del Fútbol Club Barcelona, Josep Maria Bartomeu, tuvo que negarse hasta violentamente a que se utilizaran fondos del club para patrocinar las actuaciones de Tsunami Democratic o para dar dinero a Puigdemont en Bruselas.
Lo del Amazon catalán tiene las mismas raíces delirantes. Oriol Soler había construido un grupo de comunicación catalán con el dinero de la Generalitat de Cataluña, y el de TV3, contando entre sus accionistas y principales periodistas a personajes que tenían contratos completamente exagerados y sobrepagados en la televisión pública catalana precisamente para que pudieran hacerse con una participación del periódico. Nunca una televisión pública española había procedido a semejante blanqueo de capital. Es indicativo de la parodia de sí mismo que en el fondo el proceso independentista era, que siendo Oriol Soler no más que el pequeño de los hermanos de Dalton, quisiera montar en Cataluña algo parecido a la primera empresa del mundo que es Amazon. Y con productos catalanes, por cierto, en otra demostración de desconocimiento del lo que son los catalanes en tanto que la mayoría de sus empresas se ganan la vida exportando.
Lo que hoy parece de grotesco imposible fue en aquellos años la estrategia de una serie de personas que vivían fuera de la realidad, no entendían a los catalanes como quedó demostrado con la paulatina extinción de un movimiento que para la mayoría sólo fue folklórica diversión de barricada; ni tenían idea alguna de lo que era un Estado ni mucho menos un Estado como España. La derrota del independentismo tuvo que ver con la aplicación del artículo 155 y la actuación de la Justicia, con especial mención a los jueces del Tribunal Supremo que juzgaron a los pretendidos golpistas. Pero aquella intentona fracasó sobre todo por el infantilismo y la ignorancia de sus protagonistas, por su forofismo tercermundista, y por esa arrogancia que tienen los que a veces saben algo más de lo que parece pero siempre mucho menos de lo que hace falta.
Con estos mimbres se quiso hacer la independencia de Cataluña, se quiso construir un Estado sustitutorio de España. Los que tantas veces hemos advertido de la absurda frivolidad de aquel proceso vemos reflejado en las informaciones que van saliendo el acierto de nuestro criterio. No sé si es mayor delito llevar a cabo todos aquellos disparates o pensar en serio que podían llevar a alguna parte. Cuando el juez Marchena habló de «ensoñación» en la sentencia del juicio al procés sabía perfectamente a qué se refería y era una referencia exacta.
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