tiempo recobrado
La hora del porqué
Quienes han provocado esta situación son los que más se lamentan. Han corrompido la política y han patrimonializado las instituciones
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Iniciar sesiónAunque muchos se rasgaban ayer las vestiduras y predecían una futura catástrofe para Italia y la UE, lo cierto es que nadie puede sorprenderse del claro triunfo de la coalición encabezada por Giorgia Meloni, cuyo partido ha experimentado una meteórica ascensión.
Lo que hay que ... preguntarse ahora es por qué se ha producido este crecimiento de las formaciones populistas y de derecha radical, que algunas tachan de extrema derecha, que han ido ganando terreno desde la crisis de 2008.
Desde los repetidos triunfos electorales de Orbán a la consolidación de estas fuerzas en Polonia, Francia, Holanda, Austria, Suecia y su eclosión en España y Alemania, puede decirse que los partidos tradicionales que estuvieron en la base de la construcción europea y del Estado del Bienestar desde 1945 han perdido su hegemonía en la escena política. Democristianos y socialistas han desaparecido en algunos de estos países.
¿Por qué? La primera causa es la incapacidad de los dirigentes de esos partidos para afrontar los grandes retos de la globalización y el cambio tecnológico. Se han convertido en estructuras anquilosadas, mucho más preocupados por mantener el poder que por transformar la sociedad. En ese sentido, el PSOE es un triste remedo de lo que fue.
La segunda razón es la falta de un discurso político atractivo, especialmente en la izquierda, que se ha refugiado en estereotipos falaces y demagógicos como la demonización de los ricos, el dogma de las identidades y un ecologismo elevado a religión. La derecha también ha cometido el pecado de una renuncia a defender sus valores y unas políticas que no favorecen la igualdad.
Otra tercera causa, y no menor, es el absoluto abandono de la regeneración de la política y de la ejemplaridad personal. Los partidos son organizaciones verticales donde ascienden los militantes más mediocres y castigan a quienes defienden principios y critican la corrupción interna como las puertas giratorias o el tráfico de influencias.
Por último, tanto aquí como fuera, esas formaciones son impermeables al debate porque funcionan con el culto a unos líderes tan indiscutibles como incuestionables. Los partidos se han convertido en aparatos autoritarios donde brilla por su ausencia la democracia interna. Cualquier cuestionamiento es considerado una traición.
Hay otros motivos, pero no hace falta seguir. La desafección que estamos viendo y el ascenso de esas fuerzas con escaso apego a la democracia parlamentaria se debe a los errores cometidos por quienes ahora ponen el grito en el cielo y se alarman por el triunfo de Meloni.
Quienes han provocado esta situación son los que más se lamentan. Han corrompido la política, han patrimonializado las instituciones y se han apuntado a un sectarismo que insulta a la inteligencia. Ellos son los culpables.
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