LA TERCERA
Malvados
«Hoy existen malhechores en todos los países y posiciones, hasta el punto de ocupar jefaturas de Estado y gobierno. Se caracterizan por hacer lo contrario de lo que dicen, en mentir descaradamente e incluso enorgullecerse de ello, acabando con todo rastro de ética y moral»
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Iniciar sesiónSin ser experto en teología, tengo la impresión de que uno de sus mayores problemas es explicar la existencia del mal. Si Dios es el ser todopoderoso, principio y fin de todas las cosas, infinitamente bueno, justo, compasivo, ¿cómo se explica que incluyese la ... maldad, antítesis de su obra magna, el universo? La explicación más simple es que prescindir de tal contraste lo dejaría tal como estaba, en eterna inocencia, en pura delicia, en paraíso terrenal interminable, sin duda placentero, pero bastante aburrido. Aparte de privar a todas las criaturas que lo componen de algo tan importante como la libertad, el poder violar las leyes que le han creado. Que eso le ocurra a los minerales, plantas y animales en su primeras fases de desarrollo se entiende. Pero al tratarse de su ejemplar superior, de alguien capaz de desafiar a las fuerzas y leyes de la naturaleza, habiendo sido creado a imagen y semejanza del Creador, tenía que dotársele de ese poder extranatural, de capacidad para emular al Sumo Creador e incluso desafiarle. Fue la conclusión a la que llegó San Agustín al meditar, mientras caminaba por una playa, sobre el misterio de la Santísima Trinidad. ¿Cómo es posible que Dios sea a la vez uno y trino? Y al encontrarse con un niño que echaba agua con una concha en el pequeño pozo que había hecho en la arena le preguntó que hacía, recibió la respuesta de «estoy metiendo en este pozo todo el agua del mar». Dándose cuenta el obispo de Hipona de que era lo que él estaba haciendo al buscar explicación a un asunto que desborda con mucho la capacidad de un cerebro humano. Si algún día la inteligencia artificial llega a esas alturas, no lo sé.
Voy a dejar el tema del mal, para centrarme en los malos, en los malhechores, que los ha habido y sigue habiendo, sin que todos los avances de nuestra civilización consigan no ya eliminarlos, sino reducirlos. Es más, aparecen en todo las épocas, países y niveles de desarrollo. ¿Quién es el mayor malvado de la historia? Hay tantos candidatos que terminaría esta Tercera sin citarlos a todos. Voy por tanto a reducirlos a nuestro tiempo y espacio, la Edad Moderna. Rousseau es un ejemplar que merece estar en los primeros puestos de tal lista. Un individuo inteligente, atractivo, capaz de decir «todo está bien cuando sale de las manos del Creador y todo degenera en manos del hombre» pero deja sus cinco hijos en manos de la inclusa es, aparte de un cínico, un canalla. Además de padre del 'buenismo', esa enfermedad moderna que predican quienes exigen a los demás comportarse como excelentes personas para poder aprovecharse de ellas constituyen la mayor plaga de la sociedad cualquiera que ésta sea. Voltaire, al que se atribuye la frase que resume la actitud del auténtico liberal «no estoy de acuerdo con lo que dice, pero defendería hasta la muerte que usted pudiese sostenerlo», no presumió nunca de ser un demócrata, sino al revés, se pasó muchos años en la corte de Federico II de Prusia, que combatió a la Francia de la república y la guillotina. Hoy existen malhechores en todos los países y posiciones, hasta el punto de ocupar jefaturas de Estado y gobierno. Se caracterizan por hacer lo contrario de lo que dicen, en mentir descaradamente e incluso enorgullecerse de ello, acabando con todo rastro de ética y moral que el género humano ha ido acumulando a lo largo de los siglos, bastándoles cambiar el nombre del delito. Padre de ello no fue Maquiavelo, sino el lingüista que creó el buenismo al convertir el mal en bien invocando principios políticos en vez de morales. Me refiero a Noam Chomsky, que todo lo mezcla y confunde como titula su obra cumbre, 'Democracia capitalista', y su prole de discípulos que justifican los peores medios para alcanzar los mayores males, con el sólo uso de la lexicología, lo que ha permitido a Putin invadir Ucrania bajo el nombre de «Operación militar especial» y a nuestros neomarxistas conceptos tan exotéricos como «cadena perpetua revisable» o «contratos de fijos discontinuos», que más parecen engañabobos que planes de Gobierno. Y no hablo del 'sólo el sí es sí' porque ya han visto el jaleo que ha armado, como todo apunta armarán las 50.000 viviendas que anuncia el Gobierno de Sánchez.
Para no perdernos en esta barahúnda de falsos profetas, no queda más remedio que volver al principio: ¿cuándo surge el mal? En eso parece que no hay duda: cuando Adán y Eva comen el fruto prohibido, pero ¿qué fruto es ése, ya que comerse una manzana no parece nada delictivo? Así que, para ir sobre seguro y concretar un delito de verdad, pongamos como primer delito el asesinato de Abel a manos de su hermano Caín. Lo que convierte a éste en el malo por excelencia y el cainismo en uno de los peores delitos. Aunque eso ocurre cuando el género humano ha bajado de los árboles en torno a los grandes lagos africanos y empieza su larga marcha hacia la libertad, como Hegel define la Historia. Para hablar en términos científicos, cuando el homo erectus se ha convertido en homo sapiens, es decir cuando es capaz de unir conceptos y formular juicios. Para llegar a eso desde la bajada de los árboles, sin embargo, han transcurrido una pila de millones de años, incluidos los que, refugiados en las cuevas y al calor del fuego que defendía del frío y de las fieras, podían dedicarse a pintar en las paredes escenas de caza y conversar entre ellos, creando un universo abstracto, pero muy suyo, que Descartes resumiría, otra pila de milenios después, en «pienso, luego existo».
El mal, por tanto, es un subproducto humano, como la filosofía, el arte o la moral, si bien la religión está en el origen de todas ellas. Minerales y plantas, así como los animales que no han llegado a ese nivel de desarrollo e incluso los seres humanos hasta no tener lo que hemos llamado «uso de razón» no están obligados a respetar las leyes de la naturaleza al no ser conscientes de esa violación. Sólo el género humano debe respetarlas y superarlas, como apunta Ortega y Gasset, cito de memoria, en uno sus párrafos más brillantes y certeros: «Aquél que, sobreponiéndose al instinto, pone la otra mejilla para que le den una segunda bofetada, hizo que la humanidad subiese un tramo en la escala zoológica».
Con lo que, sin quererlo en absoluto, vengo a dar la razón a Rousseau: el mal es un producto humano, como el bien, aunque desgraciadamente parece ser más abundante. En algo nos habremos equivocado en nuestro progreso, que nos llevó a descubrir el interior del átomo e iniciar la exploración del universo para que eso haya ocurrido o parezca. Posiblemente, en que damos más importancia al mal que al bien. O en que el pecado original no se borre del todo con el bautismo. O en que la democracia sea sólo la menos mala de las formas de gobierno, cuando es la única que garantiza la paz y el progreso. O en que su verdadera esencia es la responsabilidad, individual y colectiva, no la igualdad, la libertad y felicidad, tan preciadas. A fin de cuentas, cada uno de nosotros es distinto a los demás, nuestra libertad está limitada por la del resto en toda verdadera democracia, que asaltar el cielo acaba en Torre de Babel y que la felicidad, en este mundo, es verdura de las eras. Aquí lo dejo para no liarlo aún más.
es periodista
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