En observación

El voto particular de Pedro Sánchez

Liberar a Griñán a través de uno de sus celebrados votos particulares puede ser el canto del cisne de quien paradójicamente fue investido como guardián de las esencias regeneradoras y azote de la corrupción

La publicación de la sentencia del Tribunal Supremo sobre el fraude de los ERE de la Junta de Andalucía, cuyo fallo condenatorio conocíamos desde finales de julio, viene a acompañada de los votos particulares de dos magistradas, partidarias de exculpar a José Antonio Griñán de ... los delitos de prevaricación y malversación por los que fue condenado a seis años de prisión. Mientras la Audiencia Provincial de Sevilla se toma su tiempo para ejecutar la sentencia, ya firme, y mandar a la cárcel al expresidente de la Junta, también lo fue del Partido Socialista, 'la gente' -nueva denominación oficial de la nación- está a la espera de conocer el voto particular de Pedro Sánchez, última instancia judicial de un Estado de derecho ya desjudicializado.

«El presidente va a respetar los trámites, los procedimientos, y la decisión que tomemos será acorde con la ley y con absoluta transparencia», dijo Pedro Sánchez sobre su propia persona, con la distancia que lleva aparejada la divinidad, cuando, en una entrevista seguida el pasado martes por seis de cada cien espectadores -«Bueno, muy bien, ¿no?»-, le preguntaron por el futuro penitenciario del compañero Griñán. Los trámites, los procedimientos y la decisión que en tercera persona del singular tome el jefe del Ejecutivo constituyen el borrador del voto particular de quien ha utilizado la figura del indulto para materializar su programa desjudicializador, ensayado con el secisionismo separatista, estandarizado con Juana Rivas y predispuesto ya para salvar a Griñán, tal y como demanda 'la gente', la que viaja con la ministra de Justicia en el mismo vagón del Metro o la que vota en las elecciones de Andalucía, cuya clamor por soltar a Barrabás se puede escuchar con nitidez a este lado de Despeñaperros. No se habla de otra cosa.

Como clave de bóveda de la legislatura de Pedro Sánchez, la superación formal e ideológica de una separación de poderes que, al menos sobre el papel, venía guardando las formas de nuestra endeble democracia -desjudicialización en el argot del diálogo y de la resolución de los problemas de convivencia- está en la base del deterioro no solo de la nación, sino de quien la dirige. Para sobrevivir cuatro años en La Moncloa, Pedro Sánchez ha soltado a los presos del 'procés' y le ha buscado a Txapote una solución habitacional próxima a la tierra que defendió a tiros. Manuales de resistencia. A estas alturas, liberar a Griñán a través de uno de sus celebrados votos particulares puede ser el canto del cisne de quien paradójicamente fue investido como guardián de las esencias regeneradoras y azote de la corrupción.

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