Mañana podemos echar a Sánchez

Movido por esa soberbia narcisista suya que la Moncloa ha multiplicado hasta lo patológico, el líder socialista se ha echado a la espalda el protagonismo indiscutido de una campaña marcada por la compra de sufragios en Mojácar (su lugar de veraneo) o Murcia; el fraude a gran escala de voto por correo urdido por CpM, marca local de Sumar con quien gobiernan sus compañeros en Melilla, cuyo propósito es constituir en la ciudad una asamblea promarroquí contraria a los intereses españoles; el secuestro de una concejal imputado a su número tres en Andalucía, Noel López, y lo más sangrante de todo: la inclusión de cuarenta y cuatro terroristas en las listas de Bildu, su socio de legislatura, cuyo brazo armado expulsó del País Vasco a más de 180.000 ciudadanos obviamente poco simpatizantes con el separatismo, según un estudio exhaustivo del CEU conocido esta misma semana. Un salivazo a la más elemental decencia tanto más grave cuanto que la asociación Dignidad y Justicia, que preside Daniel Portero y agrupa a víctimas de ETA, ha denunciado la inclusión en esas candidaturas de al menos una criminal inhabilitada por la justicia. ¿Cuántas más han escapado al control de la Fiscalía? ¿De quién depende la Fiscalía? Pues eso, que diría el rostro omnipresente del puño y la rosa, cuya desfachatez llega al extremo de acusar a los populares de «embarrar la campaña».

El domingo emitimos nuestro veredicto sobre la gestión del presidente que ha asaltado las instituciones, desde el CNI al Tribunal Constitucional, y malgastado sin rubor el ingente caudal de dinero recaudado a costa de expoliarnos el bolsillo con impuestos confiscatorios. Juzgamos los indultos a los sediciosos catalanes, la ley del 'sí es sí' y el pésame solemne expresado por el propio Sánchez a la bancada bildutarra tras la muerte de un etarra en prisión. Sentenciamos a Frankenstein. La apuesta es de tal calibre que incluso dentro del PSOE se mueve una quinta columna compuesta por gente de principios cuya consigna a las bases es abstenerse o votar PP. Porque ante grandes males solo caben grandes remedios. Y el único partido que puede desbancar al sanchismo de sus bastiones locales y autonómicos es el encabezado por Feijóo, cuya obligación será, huelga decirlo, entenderse con Vox allá donde sea necesario. Votar a Ciudadanos, lo digo con pena, en esta ocasión es tirar el voto.