el contrapunto
Cómplices y cobardes
Si a González, Page o Lambán no les temblaran las piernas, habrían pedido a los socialistas romper la disciplina de voto
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Iniciar sesiónEl asalto lanzado por Pedro Sánchez contra el Estado de derecho precisa de cómplices dispuestos a secundar sus planes y de cobardes demasiado asustados para hacerle frente. Unos y otros resultan indispensables en la tarea de quebrar las defensas del fortín constitucional atacado, porque allá ... donde falla la motivación ideológica es el miedo el que se ocupa de paralizar resistencias.
Cómplices de Sánchez son sus socios de Podemos, cuyo programa político ha adoptado el presidente como propio mientras cabalga a lomos de la mentira, negando la evidencia, utilizando a sus peones parlamentarios para coaccionar a los jueces y llegando a la desfachatez de achacar a la oposición las conductas antidemocráticas que él y sus secuaces practican al rechazar sin pudor alguno el imperio de la Ley y atentar frontalmente contra la división de poderes. Cómplices, o más bien instigadores, son los separatistas empeñados en robarnos la soberanía, que lo llevan del ronzal y consiguen de él cuanto piden a cambio de permitirle seguir disfrutando del Falcon. Cómplices son los diputados que el jueves votaron la decisiva reforma que afecta a la independencia de la Justicia a través del CGPJ y el TC, introducida por la puerta de atrás, sin los informes preceptivos ni debate previo, vía enmienda a una ley aprobada con idéntico desprecio de los usos parlamentarios. Un texto redactado a la medida de los sediciosos catalanes, destinado a permitirles reincidir en su delito utilizando para ello el dinero de nuestros impuestos sin miedo a las consecuencias. Cómplice es la presidenta del Congreso, Meritxel Batet, quien, lejos de honrar el alto cargo institucional que ocupa, actúa a las órdenes del Gobierno contraviniendo el dictamen de los letrados de la Cámara y recortando arbitrariamente los derechos de la oposición. Cómplices son los magistrados autodenominados 'progresistas' del Constitucional, alineados con su adalid en la ofensiva que tiene como finalidad hacerse con el control de ese órgano para ponerlo al servicio del Ejecutivo, tanto en la resolución de los múltiples recursos planteados contra varias de sus medidas, como en la consideración del referéndum de autodeterminación que anuncian los independentistas y a buen seguro será camuflado bajo alguna denominación eufemística. Cómplices son también los medios de comunicación que secundan estas maniobras.
Cobardes son los ex dirigentes y barones socialistas que discrepan de esta acometida y hasta la critican, sin llegar a plantarle cara animando a sus diputados a romper la disciplina de voto. Porque no hay disciplina que valga cuando se quebranta el orden constitucional y tampoco sirve la excusa de que no son ellos quienes controlan el quehacer de esos electos. Si a González, Page o Lambán no les temblaran las piernas, habrían pedido públicamente un gesto de valor democrático. En cuanto a García Trevijano, que ha optado por ganar tiempo, está por ver todavía en cuál de estas categorías encaja.
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