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UNA RAYA EN EL AGUA

Los intocables

Detrás de tanta sobreactuación sólo hay una vulgaridad muy poco épica: un político que intenta esquivar una sospecha

Creyentes en vilo

Psicodrama

Ignacio Camacho

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Cabe presumir que Pedro Sánchez habrá leído y/o visto los principales periódicos y noticieros europeos durante sus ejercicios espirituales. Si lo ha hecho sabrá que la idea de que sopesa dimitir porque su esposa está acusada de corrupción es dominante en todos los titulares. ... No se habla en ellos de ataques de la oposición, ni de conspiración judicial, ni de democracia en peligro, ni de 'lawfare'. Corrupción es la palabra unánime en esos medios –la BBC, el 'Guardian', 'Le Figaro', el 'Times'–, bien lejanos de la fachosfera y de la galaxia digital española que el presidente considera tan despreciable. Quizás en su arrebato emocional del miércoles midió mal el impacto sobre su imagen. O tal vez que ésa es la percepción de una mirada desapasionada y distante de nuestras crispadas realidades: un político cuyo entorno familiar está envuelto en problemas judiciales. Una sospecha de tráfico de influencias cuyos detalles, más allá de que encajen o no en algún ilícito penal, no puede negar ni de hecho niega nadie.

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