EDITORIAL
Sánchez ya mira al exterior
No puede Sánchez presentarse como modelo de gestión, cuando nuestra economía es, de todas las de su nivel en la UE, la última en recuperar su vigor de crecimiento previo a la pandemia
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Iniciar sesiónDe ahora en adelante, Pedro Sánchez va a implementar su perfil internacional con la intención de convertirse en referencia en el sector de la izquierda global. De ahí la próxima gira iberoamericana que esta semana emprenderá por Colombia, Ecuador y Honduras. Su estancia en el ... primer destino coincide con la polémica, alimentada artificialmente por sus socios en el Gobierno, surgida en la toma de posesión del nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, después de que el Rey no se levantase a rendir honores a la espada de Simón Bolívar, que no es un símbolo nacional de aquel país y cuya presencia en el acto era una mera provocación al Jefe del Estado. Es de esperar que Sánchez aclare al sector bolivariano de la región que es necesario que cese en los ataques que los mandatarios adscritos a este movimiento izquierdista prodigan contra España, como ha ocurrido últimamente con los dirigentes de México, Chile, Nicaragua o la propia Colombia, amén de los inspiradores de esta estrategia del enfrentamiento como son la Cuba castrista y la Venezuela de Maduro. Todos ellos se han inventado, de una manera u otra, una querella artificial contra España o contra el propio Rey. Lejos de esto, parece que se prepara una declaración en la que Sánchez 'beatificará' el avance de los 'gobiernos progresistas' en Iberoamérica.
El siguiente hito previsto en esta carrera por ahormar su imagen como referencia de la izquierda global será en la reunión de la Internacional Socialista, el próximo noviembre en Madrid, en la que Sánchez aspira a encabezar el nuevo Presidium de la organización. Encaja esta secuencia con la posible estrategia de llegar algún día a un puesto en la jerarquía dirigente de Bruselas, bien en el Consejo Europeo bien al frente de la Comisión si Von der Leyen no aguanta en el cargo. Pero para ello le es imprescindible seguir en La Moncloa, desde donde puede ir cultivando más fácilmente su imagen en el exterior. Por eso también su resistencia a adelantar las elecciones –que según todas las encuestas perdería claramente–, con el fin de ir recuperando el terreno perdido. No le será fácil en este contexto recesivo de la economía nacional y la de los hogares que algunos intuyen tras el verano, toda vez que el recurso de los fondos europeos (su gran baza como banderín de enganche de votos) ha quedado neutralizada por los efectos de la guerra de Ucrania, la crisis energética y el zarpazo de inflación, así como por la insuficiente e ineficaz respuesta dada por el Ejecutivo a esta sucesión de contratiempos.
Esta búsqueda de una salida internacional a su carrera política no hace predecir nada bueno sobre la confianza de Sánchez en su propio proyecto y en las soluciones que propone. De nuevo, parece que el culto a su imagen y la consecución de réditos personales en su carrera política priman sobre cualquier parámetro de beneficio colectivo de su gestión para España y los españoles. Es decir, que esa preocupación por su futuro político no dicta nada bueno sobre el presente de los intereses de los ciudadanos y del país.
No puede Sánchez presentarse como modelo de gestión de nada cuando la economía española es, de todas las de su nivel en la UE, la última en recuperar su vigor de crecimiento previo a la pandemia. Con la deuda pública de récord en récord, con el enfriamiento del mercado laboral que ya reconocen en el propio Ejecutivo y con la inflación brutal que se va a quedar a vivir con las familias bastantes meses más, parece improbable que sea tomado como símbolo de eficacia en su intento de promoción personal en el exterior para 'internacionalizar' el sanchismo.
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