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Controlar el poder judicial

Una nueva interpretación creativa del Derecho ha bastado al TC para dar la coartada necesaria a Sánchez que le permita renovar el CGPJ a su medida sin tener que contar con el PP

Editorial ABC

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LA disyuntiva a la que el Gobierno en funciones quiere abocar al PP para forzar una renovación urgente del Consejo General del Poder Judicial en cuanto se produjese su investidura está repleta de trampas. Hace tres años, Sánchez ya intentó alterar las mayorías establecidas por ... la Constitución para imponer que la renovación del poder judicial se realizase con la mayoría absoluta de sus socios, o sea 176 escaños como mínimo, en lugar de con los tres quintos de la Cortes. Aquel intento de poner un fórceps a nuestro ordenamiento fue frenado por Europa, que rechazó una medida tan destructiva para la separación de poderes. Por eso Sánchez reaccionó después con una reforma alternativa y nociva, maniatando al CGPJ y prohibiéndole hacer nombramientos clave, especialmente en el Tribunal Supremo. De hecho, el Supremo es el único dique de contención institucional frente a un sanchismo que se ha apoderado del resto de instituciones, ejerciendo sobre ellas un control férreo y disciplinado. Valga el ejemplo del Tribunal Constitucional, donde tras acceder a su renovación, el PP ha visto cómo una mayoría de siete magistrados, tan afines al Gobierno que incluso uno de ellos fue ministro y otra, un alto cargo en La Moncloa, imponen un rodillo sistemático. No solo la presidencia del TC y la vicepresidencia están en manos de jueces designados por el PSOE, sino que Sánchez siempre se ha negado a que el PP pueda cubrir una vacante que le corresponde. No quiere riesgos ni cabos sueltos ante futuras sentencias.

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