Tigres de papel
El antisanchismo no fue suficiente
El PP debe confrontar lo que, a todas luces, sólo puede interpretarse como una derrota a pesar de haber sido la primera fuerza política
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Todos nos equivocamos. O casi todos. El precedente del 28M, las mejores empresas demoscópicas, analistas, opinadores y observadores de la realidad política nos topamos anoche con una realidad que sólo los más cafeteros de los círculos socialistas mantenían como posible. El PSOE ha resistido ... con mucha más entereza en las elecciones generales y el Partido Popular debe confrontar lo que, a todas luces, sólo puede interpretarse como una derrota a pesar de haber sido la primera fuerza política. No caben paños calientes, ni explicaciones exóticas, ni embustes parciales.
Que la campaña del PP no fue acertada pudimos comprobarlo desde bien pronto. Aquel circo de las sombrillas, los arrebatos testoterónicos del 'que te vote Txapote' o el Falcon simulado en las calles de Madrid no parecían exhibir las mejores virtudes de un Gobierno cuyo prestigio se basa en la seriedad y en la solvencia gestora. Los amagos regeneracionistas no duraban en la agenda política y el ruido de fondo convirtió cualquier guion en un borrador malogrado. Sin embargo, la victoria en el debate cara a cara entre Feijóo y Sánchez pareció saldar todas las dudas y, con todos los matices, el resultado parecía garantizado incluso en las horquillas menos optimistas. En las buenas horas los populares soñaron con sobrepasar los 160 escaños.
La realidad en ocasiones es capaz de rebasar los márgenes de lo verosímil y a Sánchez hay que reconocerle una nueva virtud. Sabíamos que era audaz hasta casi el suicidio pero ahora sabemos que tiene un idilio con la buena suerte. No quiero ni pensar la obsesión con la que los lectores de Maquiavelo volverán a aquello de la fortuna y la virtud, aunque el presidente parece estar más provisto de lo primero que de lo segundo. Pedro Sánchez es ese tipo de personas que pueden tirarse desde un octavo y caer de pie. A la vista de todos, y para la desesperación de su adversario.
Pero no tiene ningún sentido que la derecha se obsesione con la baraka ajena. La única crítica válida es la que se toma a uno mismo por objeto y en esta misma columna lo señalé hace tiempo: no basta con el antisanchismo, no basta con el pensamiento negativo ni con la crítica de los desastres ajenos. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha cometido excesos preocupantes pero para aspirar a gobernar un país tienes que ser capaz de plantear ideas sostenibles y seductoras. La misma España que se pintó de azul en las elecciones municipales y autonómicas retiene ahora su giro a la derecha y vuelve a otorgarle a Sánchez una nueva confianza. Algo tendrán que ver los pactos con Vox y el destino final del voto de Ciudadanos. No serán fáciles los meses que vienen. El escenario de bloqueo o de un Frankenstein con esteroides exhibe una España dividida y todo apunta a que la campaña infinita proseguirá su camino.