UBS y Santander «parten peras»
El malogrado fichaje de Orcel como CEO de Botín pone en riesgo sus buenas relaciones «laborales»
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Iniciar sesiónAlguien no ha hecho bien las cosas en algún momento. Resulta además cuanto menos «extraño» dado el riguroso procedimiento existente para dar el visto bueno a un alto cargo en una entidad financiera. ¡Y con lo que cuesta que sea el profesional adecuado! ¡Y que ... te den además el OK -el llamado «fit proper»- desde el Banco Central Europeo! Hablo de la marcha atrás en el fichaje del que iba a ser el nuevo consejero delegado en Banco Santander, el italiano Andrea Orcel.
Se me acumulan las dudas. ¿De verdad que en el último momento le pareció muy caro al consejo de administración del banco español? ¿De verdad que no sabían de antes -se anunció en septiembre pasado, con lo cual ya llevarían un tiempo analizando el coste del contrato al milímetro, una y otra parte- que era inasumible para el Santander compensar a profesionales de la talla de Orcel, que normalmente en sus cláusulas de rescisión de contrato cuentan con que se les abonen los bonus que pierden al dejar su puesto? ¿De verdad que los miembros de las comisiones de nombramientos y retribuciones del banco español no conocían que iban a tener que hacer frente al pago de las retribuciones diferidas de más de 50 millones de euros que le habían asignado a Orcel en su puesto anterior en UBS y que perdía al abandonarlo? ¿O la verdad está en que habían pactado con el banco suizo que, a pesar de que perdían un activo importante y de prestigio, se harían cargo ellos mismos?
Cierto es que el consejo de Santander, cuando anunció el nombramiento de Orcel, acordó la futura retribución anual que percibiría como consejero delegado en Santander, en línea con la de José Antonio Álvarez, a quien sustituiría. Sin embargo, en aquel momento, tal y como ha explicado la entidad al anunciar la marcha atrás del fichaje, no era posible anticipar el coste final de abonar ese coste diferido acumulado. Entonces, ¿se precipitó la presidenta, Ana Botín, al anunciar el fichaje? ¿Se confió solo por el hecho de que UBS da la casualidad de que es, y ha sido tradicionalmente, el asesor de cabecera del banco español en la mayoría de sus grandes operaciones corporativas, con el objetivo de hacer un pacto de caballeros y compensar, digamos, «a medias» al alto ejecutivo financiero?
Sea como fuere, y contra todo pronóstico, Santander decidió «a propuesta de las comisiones de nombramientos y retribuciones, dejar sin efecto el nombramiento de Andrea Orcel como consejero delegado del grupo». Así pues, fichaje frustrado. Orcel se queda compuesto y sin cargo, ni en UBS, ni en Santander. ¿«Romperán peras» UBS y Santander en su histórica y provechosa relación profesional bidireccional? Y, por último, ¿de verdad un banquero del nivel de Orcel se presta a hacerse la foto precipitadamente con Botín sin tener atado y bien atado su futuro contrato y el cierre del anterior hasta el último euro? Algo se queda en el camino. Y alguien ha hecho algo mal. Y Botín lo sabe.
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