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Umbral de incompetencia

¿Sirve el primero que pasa para dirigir una empresa con 6.400 empleados?

Luis Ventoso

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Disculpen un anécdota introductoria. Me gusta dibujar y siempre tuve facilidad para ello. Desde chaval. En el colegio, cuando me aburría en clase (que era casi siempre), mataba el rato pintando caricaturas del profe que nos daba la turra desde la pizarra. Luego pasaba el ... papelito al amiguete del pupitre más cercano y nos reíamos hasta que la cara se nos ponía colorada, con esa hilaridad tontorrona que provoca la prohibición. Merced a esa afición artística cutrilla recibí algún sopapo –eran los tiempos en el que en el cole todavía te arreaban–, pero también había profesores entrañables que coleccionaban los dibujos que te pillaban, como el gran don José Roca, mi profesor de matemáticas betanceiro. Hoy todavía sigo dibujando. Pero si mañana un político me llamase para ofrecerme la dirección del Museo del Prado, lógicamente pensaría que el prócer había degustado un tripi. Las personas tenemos que ser conscientes de nuestra obvias limitaciones.

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