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Terrorismo sin límites

EL balance del brutal atentado cometido por ETA contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Burgos sólo puede calificarse como milagroso. Los cuatrocientos kilos de explosivos, según estimaciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado, colocados por los terroristas en una furgoneta robada ... en Francia causaron heridas leves a 65 residentes en el edificio, es decir, familiares de agentes del Instituto Armado. La magnitud de la explosión quedó estampada en la desoladora imagen de la fachada de la casa cuartel, un edificio de catorce plantas prácticamente inutilizado. Habría que remontarse a los atentados cometidos contra un edificio federal en Oklahoma, en 1995, o por el IRA contra la City de Londres en 1996, para ver imágenes de destrucción similar, aunque mucho más cercanos son los recuerdos de los atentados contra las casas cuartel de Zaragoza y Vic. Los etarras pusieron todo de su parte para cometer una masacre indiscriminada, lo que deja sin argumentos a los que, en ocasiones, pretenden diferenciar el terrorismo de ETA de otros terrorismos, como el islamista, con matices tan absurdos como que los etarras siempre avisan de sus bombas o que nunca buscan víctimas «civiles». Ayer, en Burgos, ETA ni avisó de la explosión ni seleccionó sus víctimas.

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