en primera fila

Si pierde Podemos, gana Díaz

En la extraña y compleja simbiosis en la que viven Podemos y Yolanda, las malas noticias para el primero son buenas para la segunda

EN Podemos hay enfado -otro más- con Yolanda Díaz porque no quiere presentar su proyecto político para las próximas elecciones de Andalucía. Pero ¿por qué iba a hacerlo? La vicepresidenta segunda ha demostrado ser muchas cosas pero no tonta, y a la legua se ve - ... y las encuestas lo confirman- que el adelanto de comicios que prepara Juanma Moreno anticipa un nuevo triunfo de la derecha en esa comunidad. Esto sin olvidar que, al mismo tiempo, suenan tambores para un adelanto electoral en Castilla y León que también apuntan a una victoria de los conservadores.

¿Qué podría ganar Díaz presentándose a estas citas? Probablemente nada. ¿Qué podría perder? Probablemente todo. Si la vicepresidenta segunda lanza su marca para esas contiendas y no es capaz de arrebatarle el poder al PP, trasladará la imagen de que su tirón mediático pincha entre los ciudadanos. Nada más empezar la carrera habrá agotado su principal músculo -la ilusión frente al liderazgo desgastado de Pedro Sánchez-, y habrá quemado la gran ventaja de no tener que posicionarse cuando no le conviene. Algo que le confiere el ser candidata sin serlo. Y esto suponiendo que para cuando lleguen ambas elecciones, Díaz haya logrado un reparto de poder satisfactorio dentro de su plataforma con Podemos, Mónica Oltra, Mónica García, Ada Colau y otras posibles figuras. Tarea que ya de por sí es más que complicada.

Sin embargo, ¿qué podría perder Díaz no presentándose a las próximas elecciones andaluzas y castellanoleonesas? Probablemente nada. ¿Qué podría ganar? Probablemente mucho. Si los progresistas pierden en ambas comunidades sin que se haya presentado la marca de la vicepresidenta, el revés será un motivo adicional para que los partidos que se encuentran a la izquierda del PSOE se unan en torno a Díaz. El que el PP retenga el poder reforzará el cambio de tendencia a favor de la derecha y la idea de que Pablo Casado puede desembarcar en La Moncloa en 2023. Al mismo tiempo, volverá a poner en evidencia el desgaste de Pedro Sánchez y la necesidad de un revulsivo para movilizar al electorado de izquierdas en la contienda nacional.

Si los morados aprietan a Yolanda Díaz es precisamente porque saben que si se presentan en solitario les espera otro batacazo tanto en Andalucía como en Castilla y León. En cambio, cobijarse bajo el paraguas de la nueva marca les permitiría disfrazar su retroceso y evitar que la vicepresidenta tuviera un argumento más para rebajar el peso de los morados en la nueva plataforma. En la extraña y compleja simbiosis en la que viven ahora mismo Podemos y Yolanda Díaz, las malas noticias para el primero son buenas nuevas para la segunda. Y para desgracia de la formación morada, la vicepresidenta segunda hace tiempo que se ha dado cuenta.

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