En primera fila

Rufián y el manual del golpismo

El republicano ilustró al Congreso sobre cómo se logra una rebelión sin violencia

A Gabriel Rufián le preocupan la pandemia y la extrema derecha. No por sus consecuencias como entes separados sino por el efecto que pueden tener en conjunto. El republicano ve en esta crisis sanitaria y económica la misma oportunidad de oro que el crac financiero ... brindó al independentismo, y lo observa con pavor puesto que Oriol Junqueras y Santiago Abascal comparten caladero de votos: los barrios más golpeados por la ruina.

Ante el espanto de que Vox -criatura que el secesionismo parió y a la que convenientemente alimenta- haga un boquete a ERC el próximo 14 de febrero, Rufián realizó una pasmosa intervención el miércoles en el Congreso. Se olvidó completamente del estado de alarma -parte nuclear del debate- y se dedicó a intentar horrorizar a los catalanes de izquierdas con la idea de que se está gestando un golpe de Estado y Abascal es una pieza clave.

Tan ofuscado estaba en demostrar que, de verdad de la buena, se prepara un alzamiento, que no dudó en detallar el manual del golpista del siglo XXI. Tomen nota para detectar las señales:

1. «Hoy los golpes de Estado no se hacen con militares ni con tanques». Gracias Rufián por reconocer que una rebelión no requiere violencia y, además, dejar constancia de ello en el Diario de Sesiones del Congreso.

2. «Se hacen con periodistas y digitales. Les basta con eso para definir lo que se puede y lo que no se puede debatir». En principio, un elenco como TV3, Ara, El Punt Avui, Catalunya Radio o Nació Digital parece suficiente para establecer «lo que es verdad y lo que es mentira» en Cataluña.

3. A continuación, según Rufián, se van señalando «peligros». En plan rápido vienen a la cabeza de cualquiera aquellos de «España nos roba», «somos un pueblo oprimido» o, el último, de «libertad, presos políticos».

Estos ingredientes llevan a «un montón de gente capaz de votar contra sus intereses pensando que votan a favor de sus principios». Porque «¿quién puede estar en contra de todo eso cuando no se sabe muy bien en contra de qué se está?», razonó Rufián. Y ya una vez aquí se consigue «un mundo civil golpista que apoya según qué posicionamientos». Ahí tienen una confesión de primera mano de que lo que sucedió en 2017 fue un golpe a España, con todos sus ingredientes y pasos.

¿Y el resto de su alocución? Se resume rápido. Básicamente, lecciones de geopolítica -sí, de Rufián, no es broma-. El republicano no mencionó ni una vez «estado de alarma», el término «Covid» lo incluyó en una ocasión para referirse a la pérdida electoral de Donald Trump, y «pandemia» lo empleó dos veces vinculado a «golpismo». De los médicos y enfermeras, los contagiados y los muertos creo que se acordó al final. «Feliz sanidad a todos» fue la última frase de su discurso.

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