En primera fila

Deberes para Sánchez y Feijóo

El diálogo entre Gobierno y oposición ha faltado durante tanto tiempo que se acumulan los pactos pendientes: Cataluña, fondos europeos y CGPJ

Para que un país funcione como debe, el presidente del Gobierno y el líder de la oposición tienen que hablar durante horas y horas... y más horas. No sirve que sus equipos mantengan una interlocución, ni que los líderes se reúnan con conocimiento del público ... de vez en cuando. Es necesario que conversen sin que lo sepamos y que hablen de todo aunque luego no estén de acuerdo en casi nada, salvo en lo esencial.

Ese diálogo falta en nuestro país desde hace muchos años. Y la primera tarea de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo debería ser recuperarlo. Muchos dicen que con Podemos y Vox en juego es imposible. Pero es precisamente porque han crecido los extremos por lo que PSOE y PP deben dedicarse a ensanchar el centro. No es una tarea que se pueda acometer asociándose con radicales como hace el primero ni imitando los discursos extremos como demasiadas veces ha hecho el segundo. La valentía en estos tiempos no es hacerse populista sino no dejarse arrastrar por populismos.

Paradójicamente, ese casi nada en el que Sánchez y Feijóo deberían ponerse de acuerdo no es poco ahora mismo. El diálogo entre Gobierno y oposición ha faltado durante tanto tiempo que varios problemas vitales se acumulan sin resolver. El más incómodo, Cataluña. No puede hacerse frente al independentismo sin que los dos grandes partidos pacten un anclaje, unas coordenadas comunes desde las que luego cada formación despliegue sus diferencias. Por ejemplo, si el PP asume que debe existir una vía de diálogo -que no de chantaje- entre Gobierno y Generalitat, los socialistas tendrán que aceptar que no puede ser sentándose en una mesa de igual a igual.

Siguiente problema pendiente, la gestión de los fondos europeos. Este dinero es probablemente la última gran oportunidad para transformar la economía nuestro país y no debe gastarse deprisa y corriendo sino gastarse bien sin perder el tiempo. No es una tarea que pueda hacer el Gobierno solo, con un puñado de funcionarios y asesores, dejando únicamente una gestión mínima a las comunidades. Y no porque este Ejecutivo sea socialista sino porque ningún gabinete puede acometer una tarea tan ingente en solitario y con éxito. Una transformación de ese calado debe ser consensuada con la oposición y manejada con ayuda de un comité técnico independiente como han entendido Italia, Francia y Portugal.

Última cuestión, la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Los más de tres años de mandato caducado y los casi doce meses de funciones mutiladas tras la reforma socialista hablan por sí solos de la grave anomalía en la que se encuentra el máximo órgano de gobierno de los jueces.

Lógicamente, estos acuerdos no pueden alcanzarse todos en un día, pero son deberes que no deben quedar sin acometer en este curso político.

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