Y ahora, la gripe

Pido disculpas por hablar en primera persona, pero en las experiencias con la sanidad no hay mejor ejemplo que el que uno conoce de primera mano. Desde hace treinta y cinco años cada otoño compro en la farmacia mi vacuna de la gripe para inyectármela yo. Soy grupo de riesgo por ser diabético Tipo I y debo hacerlo. Me ha funcionado perfectamente siempre. Dados los avisos que tenemos sobre el mayor peligro a causa de la Covid-19, este año me apresuré a encargar la vacuna a finales de agosto en mi farmacia habitual. Al fin el pasado lunes me confirmaron la información que publicaba Nuria Ramírez de Castro en ABC: creen que este año no se la van a distribuir. Consulté con una segunda farmacia que me proveía mis medicamentos en el pasado -y créanme si les digo que soy un buen cliente porque la Seguridad Social no me paga casi nada- y también ahí me dieron la misma explicación: parece que este año Sanidad ha incautado todo. No paramos de mejorar. Así que, en estos tiempos en que hay que evitar aglomeraciones vamos a llenar los hospitales de personas de alto riesgo para poner los trece millones de vacunas que han acaparado Sanidad y las comunidades autónomas. Los españoles no tienen derecho a preferir gastarse unos euros de su bolsillo antes que ir a los lugares de alto riesgo. No tienen ese derecho porque se va a impedir que las oficinas de farmacia ofrezcan un producto que llevan despachando desde que se inventó.

El poder casi totalitario con el que somos tratados los españoles me ha llevado en lo que va de año a ver cómo la sanidad pública no me daba ningún tratamiento cuando caí enfermo de la Covid-19, cómo tuve que pagarme de mi bolsillo mi análisis PCR en marzo y hasta cinco análisis serológicos más a lo largo de los meses de abril, mayo y junio. Y ahora, que como todos los años estoy deseando ponerme yo en mi casa la vacuna contra la gripe -que es mucho más barata que esos análisis serológicos y esa PCR que me vi obligado a pagarme- el Estado me condena a ir a un centro de salud porque ha incautado todas las dosis disponibles.

Estos personajes que han colocado a España a la cabeza de la mala gestión de la pandemia en el mundo entero siguen actuando con una prepotencia difícil de imaginar. En lugar de aceptar el sistema de distribución de las oficinas de farmacia españolas, que lleva décadas probándose como uno de los más efectivos del mundo -intenten comprar paracetamol en una farmacia francesa o en donde puedan en Nueva York- cuando hay una grave crisis como la que estamos viviendo y después de cómo se ha maltratado a las farmacias con la fijación arbitraria de algunos precios de productos de primera necesidad, ahora se decide que van a inventar un nuevo método para que todo el mundo tenga que ponerse la vacuna de la gripe como a ellos les de la gana. Unos 55.000 muertos después, Illa asume más control.