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Un presidente zombi

La pelota sigue en el tejado y aún pueden pasar cosas en las próximas 48 horas

José María Carrascal

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Pedro Sánchez parece los últimos días un boxeador que se mueve sin rumbo tras el castigo recibido por inercia gracias a esa capacidad de resistencia que presume tener, pero incapaz de centrar sus golpes ni de responder a los que le llueven por todas partes. ... Ya en el debate del lunes no respondió a la mayoría de las preguntas que le hicieron y su actitud fue errática, escurridiza, como la del que desea que suene el gong que indica el fin del combate. Desde entonces no ha hecho otra cosa que atrincherarse en ella y cometer errores cada vez más graves. Si alardear de que iba a ser él quien trajese a Puigdemont ante la Justicia española fue un alarde infantil tras comprobar que la exhumación de Franco no surtía el efecto deseado, asegurar que comanda la Fiscalía General del Estado no es una metedura de pata, es una de las mayores ofensas a la democracia, al negar la independencia de poderes. De hecho, proclama la dictadura al poner la judicatura a las órdenes del Ejecutivo. En este caso especial hay el agravante de que puede dañar la causa contra los políticos independentistas catalanes condenados, al reforzar su tesis de que el proceso contra ellos estuvo viciado de raíz al haber decidido el Gobierno español la condena de los mismos, como vienen sosteniendo. Por si todo ello fuera poco, creer que con una simple rectificación, como si se tratase de un lapsus linguae, se advierte de qué manos estamos.

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