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Un presidente zombi
La pelota sigue en el tejado y aún pueden pasar cosas en las próximas 48 horas
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Iniciar sesiónPedro Sánchez parece los últimos días un boxeador que se mueve sin rumbo tras el castigo recibido por inercia gracias a esa capacidad de resistencia que presume tener, pero incapaz de centrar sus golpes ni de responder a los que le llueven por todas partes. ... Ya en el debate del lunes no respondió a la mayoría de las preguntas que le hicieron y su actitud fue errática, escurridiza, como la del que desea que suene el gong que indica el fin del combate. Desde entonces no ha hecho otra cosa que atrincherarse en ella y cometer errores cada vez más graves. Si alardear de que iba a ser él quien trajese a Puigdemont ante la Justicia española fue un alarde infantil tras comprobar que la exhumación de Franco no surtía el efecto deseado, asegurar que comanda la Fiscalía General del Estado no es una metedura de pata, es una de las mayores ofensas a la democracia, al negar la independencia de poderes. De hecho, proclama la dictadura al poner la judicatura a las órdenes del Ejecutivo. En este caso especial hay el agravante de que puede dañar la causa contra los políticos independentistas catalanes condenados, al reforzar su tesis de que el proceso contra ellos estuvo viciado de raíz al haber decidido el Gobierno español la condena de los mismos, como vienen sosteniendo. Por si todo ello fuera poco, creer que con una simple rectificación, como si se tratase de un lapsus linguae, se advierte de qué manos estamos.
Con las noticias del frente económico cada vez más sombrías y Cataluña en estado preestallido -el plan de los CDR de tomar el Parlament, hacerse fuertes en él y declarar de nuevo la independencia pone los pelos de punta, y un Torra presuntamente implicado- resulta demasiado terrorífico para ser verdad. Pero cosas tan graves o peores hemos visto y puede que veamos.
Faltan dos días para votar y los expertos aseguran que un tercio de los españoles toman su decisión en estas horas. Imagino a Sánchez y a su equipo buscando afanosamente la fórmula para dar la vuelta a las malas noticias que reciben. De hecho, sólo les queda una bala en la recámara: movilizar el pánico entre los «progresistas» por el rápido ascenso que Vox. Su último eslogan publicitario podría ser «¡Ahora, la extrema derecha!» con dos tibias y una calavera. Pero deben de andarse con cuidado porque su publicidad no está surtiendo efecto e, incluso, puede volverse contra ellos. ¿Acaso «Ahora, sí» no da a entender que nada hicieron antes? Y las encuestas empiezan a mostrar trasvase de votos a Abascal no sólo de Ciudadanos, sino también del PSOE.
La pelota sigue en el tejado y aún pueden pasar cosas en las próximas 48 horas que hagan inclinar la balanza en un sentido u otro. Pero comprendo el desasosiego de Sánchez. Lo tenía todo dispuesto para seguir durmiendo en La Moncloa y volando en el Falcon y, de repente, todo se marchita como las hojas en la calle.
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