La resiliencia está en las palas

Cuatro días después, es el «estado de alarma ciudadana» el que funciona por encima de la eficacia del Gobierno

Cuatro días después de que Filomena haya conseguido triplicar las expectativas de nieve y congelación en una treintena de provincias, el Gobierno, a través del ministro José Luis Ábalos, ha admitido al fin que algunas zonas como Madrid podrían ser declaradas oficialmente zona catastrófica. En ... las primeras horas de tormenta, durante la tarde del viernes, todas las administraciones –central, autonómicas y locales- reaccionaron con eficacia. Se rescataron a cientos de personas atrapadas en sus vehículos en las principales vías de comunicación, se cerraron oportunamente carreteras, se aisló en polideportivos a personas sorprendidas por la magnitud de Filomena… Pero hoy, cuatro días después, es el “estado de alarma ciudadana” el que funciona por encima de la eficacia del Gobierno.

Si un país como España, con treinta de sus 52 provincias en alerta roja por temperaturas extremas, con la capital prácticamente inmovilizada, con llamamientos oficiales a que los ciudadanos no salgan de casa y teletrabajen, con sus calles convertidas en peligrosas pistas de hielo… y con un estado de alarma prorrogado casi de oficio por la letalidad del Covid, no es susceptible de ser declarado zona catastrófica, aunque sea solo a meros efectos jurídicos –afortunadamente ha habido muy pocos fallecimientos-, cabe preguntarse para qué supuestos sirve entonces ese estado de excepcionalidad.

En cuatro días, Pedro Sánchez apenas se ha hecho una foto. Liderando, desde luego, como recordaba Ábalos. Eso estaba por descontado. Pero Ábalos acaba de admitir lo que ayer mismo rechazaba otro ministro, Grande Marlaska. Y entre las dudas de si corresponde o no declarar zonas catastróficas en España, la movilización digna de elogio es la de miles de ciudadanos conscientes de que el Ejército y los operarios con quitanieves no pueden estar en la puerta de cada cual al instante, y que la coordinación vecinal y una cooperación solidarias son la mejor respuesta para otra “nueva normalidad”.

Cuando el Gobierno quiera declarar a Madrid, y a otras provincias, zona catastrófica, habrá llegado el deshielo. Sánchez tiene los instrumentos legales necesarios, pero mantiene un extraño silencio incompatible con sus eternos “aló” presidenciales televisados en prime time cuando se trata de pedir “resiliencia” a los ciudadanos. Hoy los ciudadanos están dando dando a la “resiliencia” forma de pala, mientras pagan la electricidad al segundo coste mayor de su historia en España. Atrás quedan aquellas “boutades” de populismo sin nieve en las que Pablo Iglesias, vicepresidente segundo del Gobierno, y todo su partido, negaban con ahínco y con una retahíla inane de falsedades que con ellos en el poder fuera a subir el precio de la luz. No solo ha subido. Ha alcanzado cota récord, y se justifica insinuando que abrirán una investigación… Pero lo pagado, pagado queda.

Es lo que lamentablemente siempre ocurre cuando el populismo se agita como única bandera posible: que a la hora de la gestión, ese populismo ultracongelado desaparece humillado por su propia incompetencia. Hoy es la ciudadanía la que está dando una lección a esa izquierda experta en movilizaciones, concentraciones, protestas… Sánchez e Iglesias ideologizaron un virus. Ahora, los ciudadanos se niegan a ideologizar también la nieve, y se movilizan autonómamente, sin ellos, acudiendo a las redes sociales, aplaudiendo al Ejército, ayudando a los sanitarios que triplican turnos, picando hielo, trasladando enfermos como pueden… Por eso seguimos siendo grandes, demostrando que el liderazgo de este Gobierno siempre resulta tan tardío como propagandístico. Al final, la resiliencia está en la pala de cada cual.

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