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Ahora ya sabemos, Pedro

Ahora ya sabemos que Sánchez no entiende de líneas rojas, ni verdes, ni moradas, ni azules

Manuel Marín

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Ahora ya sabemos para qué suspendió Pedro Sánchez su viaje a Moldavia, y para qué renunció a seguir haciéndose fotos como el aliado sobrevenido y más impostado de Zelenski. O como el pretendido salvapatrias europeo que en realidad no es. Ahora ya sabemos que Pablo ... Iglesias tenía razón cuando dio la bienvenida a Arnaldo Otegi, no ya como el hombre de paz que nunca es, sino como partícipe blanqueado de la “dirección del Estado” y mirlo blanco de una democracia ejemplar. Muy de izquierdas, por supuesto. Ahora ya sabemos que Sánchez no entiende de líneas rojas, ni verdes, ni moradas, ni azules. Solo entiende de sí mismo, mientras el PSOE agacha, sumiso, su historia en democracia, su bagaje de socialdemocracia constructiva, y su cabeza y dignidad, a su particular ‘duce’ de la nueva política. No es la política de los pactos, ni la del diálogo, ni la de los consensos, ni la de los acuerdos. Es la inclinación subrogada. Después, surgirá quien pretenda salvar a ministros con vitola de solventes, de moderados, de ecuánimes, de responsables. Nadia Calviño, Margarita Robles, José Luis Escrivá… todos se esconden tras una mesa del Consejo de Ministros que en el fondo deberían repudiar porque saben en su fuero interno que no les representa. La bilis está sobrevalorada, pero todos tenemos un poco de eso ahí guardado, muy adentro. Ellos sabrán qué impulsos, qué pulsión de poder y qué dosis de egolatría les incita a continuar ahí sentados, soportando desprecios de alimaña de sus propios compañeros de gabinete, y a sabiendas de que cualquier día, en cualquier momento, Sánchez, que no es precisamente un modelo de lealtades, les arrojará por el segundo piso de La Moncloa como hizo el Comité Federal de su propio partido con él.

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