notas marginales

El concierto para la mano izquierda

La guerra no es capaz de diluir la posteridad. Por muchos misiles que caigan

EN 1991, en una fosa común alemana, fueron identificados los restos de Alain-Fournier. Murió cerca de Verdún, en septiembre de 1914, durante una de las primeras escaramuzas de la Primera Guerra Mundial, la contienda en que la muerte alcanzó la mayoría de edad para ... llevarse por delante las vidas de casi veinte millones de personas. Fournier tenía 27 años. Antes de marchar al frente con el grado de teniente del Ejército francés, dejó escrita una novela imperecedera, ‘El gran Meaulnes’, trazo de la búsqueda de un amor perdido que se cuenta entre lo mejor de la literatura gala de todos los tiempos.

La Gran Guerra computó también en su negro balance en torno a ocho millones de mutilados. Entre ellos, el pianista vienés Paul Wittgenstein, que regresó de Polonia sin el brazo derecho tras caer herido en combate y pasar unos meses prisionero de los rusos. Como era inmensamente rico de familia, Paul, hermano mayor del filósofo Ludwig Wittgenstein, trató de retomar su carrera artística mediante el encargo a los grandes compositores de la época de piezas para ser ejecutadas con una sola mano, la única que le quedaba. La nómina de los que recogieron el guante (perdón) es amplia: Benjamin Britten, Serguéi Prokófiev, Richard Strauss, Leopold Godowsky y, sobre todo, el medio español Maurice Ravel: su concierto para la mano izquierda en re mayor, en un único movimiento basado en la contraposición de dos motivos sonoros que no paran de variar durante los casi veinte minutos que dura la obra, proporcionó al intérprete una celebridad que, tiempo después, le permitió desarrollar una brillante carrera docente en EE.UU., país del que obtuvo la nacionalidad en 1946, tras poner su fortuna al servicio de los nazis para preservar su vida en Austria.

Fournier y Wittgenstein, la gloria desde la fosa y el triunfo sobre la adversidad. La guerra ahoga a veces el individualismo en que anida cualquier clase de talento, pero no es capaz de diluir la posteridad. Por muchos misiles que caigan.

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