Suscribete a
ABC Premium

Notas marginales

El 9-0 de Camps

Hoy, define como «cordial» su relación con Zaplana, indicio inequívoco de que el efecto aplacador de la edad alcanza a todos

Isaac Blasco

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Mi compañero Toni Jiménez entrevistó el otro día a Francisco Camps como ejemplo ya perenne de alguien vapuleado hasta el paroxismo, hasta quedar hecho un despojo sin entidad ni capacidad política, víctima de consignas mediáticas ajenas del todo al periodismo, y también de la ambición ... espuria de quienes trataron de medrar a sus expensas. En la última década, el expresidente autonómico ha transitado por la vida pública como un incómodo fantasma condenado a reivindicar -a veces en ese registro sobreactuado que provoca la desesperación- su legado, que sustentó en tres mayorías absolutas consecutivas como tres lunas de Valencia. Desde que se largó en 2011 tras la visita a su casa de Trillo disfrazado de motorista, el expresidente de la Generalitat Valenciana ha sido desdibujado hasta la caricatura, objeto de escarnio y, con el correr del tiempo, reducido a carne picada de tuit, sin que necesariamente esto sea lo peor que ha soportado.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia