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Inmigración: se acabó la propaganda

La izquierda se deshace en sentimientos para remarcar la supuesta dureza de la derecha, pero solo consigue defraudar expectativas de los miles de inmigrantes que creyeron que la respuesta al Aquarius sería la misma para todos

Inmigrantes rescatados en el mar de Alborán EFE

Al Gobierno de Pedro Sánchez le ha durado la propaganda con la inmigración tanto como ha tardado en darse de bruces con la realidad. A los inmigrantes del buque español Open Arms desembarcados en Algeciras no se les va a conceder ninguno de los beneficios ... que, a bombo y platillo, se reconocieron a los del Aquarius. Hay que recordar que este barco y sus ocupantes fueron la coartada para el gran espectáculo buenista con el que el Gobierno socialista quería ganarse la credencial humanitaria. Es incuestionable deber de todo Estado de salvar vidas humanas en peligro –sea cual sea su número y su situación legal– y que el drama humanitario que viven las personas que caen en manos de las mafias requiere un solución acorde con las tremendas dimensiones del problema. Pero esta respuesta siempre ha de ser coordinada por la comunidad internacional. Desafortunadamente, ese deber moral de socorro fue manipulado por el nuevo Ejecutivo para hacer de la tragedia de la inmigración un contraste con el populismo de Matteo Salvini y contentar al mismo tiempo a los sectores de izquierda que ven en el multiculturalismo el método para diluir valores políticos y sociales que no soportan. El asalto a la valla de Ceuta y los cientos de inmigrantes rescatados por Salvamento Marítimo –que no da ruedas de prensa ni hace juicios políticos con los rescates– han desmontado la artificiosa política de inmigración del Gobierno, consistente en no tener política de inmigración. La sanidad universal, la supresión de concertinas sin plan alternativo y otros mensajes por el estilo han desatado la llegada de inmigración ilegal, saturando la capacidad de atención de los administraciones directamente afectadas. Los anuncios del Gobierno han sido el complemento perfecto a los exabruptos del Ejecutivo italiano, que ha conseguido descargar en España el peso de las rutas del tráfico ilegal de personas en el Mediterráneo.

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