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Una raya en el agua

Desescalada a contramano

En la posmoderna sociedad de la queja, la responsabilidad individual y el autocontrol son un albur, una quimera

Ignacio Camacho

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Alemania ha cerrado. Hasta el 10 de enero. Merkel, coherente con su angustiada declaración del miércoles, le ha afeitado en seco las barbas a Papá Noel y a los Reyes Magos, que pese a las reliquias veneradas en Colonia no tienen allí la costumbre de ... dejar regalos. Más cerca, en Portugal, las muertes por Covid se han disparado. Italia ha alcanzado oficialmente las 60.000 víctimas y ha ampliado el toque de queda en la noche de fin de año. Francia sigue sin hostelería -ni bares ni restaurantes- y con medidas de confinamiento domiciliario. Bélgica sólo permitirá en Navidad un invitado por hogar, siempre que se trate de un familiar cercano. Los gobiernos vecinos tienen miedo, y no lo ocultan, a que las fiestas disparen el contagio y la campaña de vacunación, con sus dificultades logísticas, comience en medio de una situación de colapso. España, en cambio, está comenzando a abrir la mano con el abstracto coladero de los «allegados» y el alivio de las restricciones a la economía de contacto. Todos los países van a tientas pero un simple vistazo al entorno deja claro que el nuestro circula en sentido contrario.

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