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Una raya en el agua

La costumbre de mentir

El Gobierno se ha vuelto negacionista: no reconoce más víctimas que las que proclaman sus estadísticas ficticias

Ignacio Camacho

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Durante el Estado de alarma, cuando estaba encantado con su papel de comandante en jefe y antes de descubrir que la «co-gobernanza» autonómica era el escudo perfecto para parapetarse contra el fracaso, Sánchez trató de impostar en sus cansinas charlas televisadas un perfil de ... liderazgo churchilliano. Los amanuenses de sus discursos le copiaban manidas arengas bélicas del premier inglés ignorando lo que sabe cualquier escritor aficionado: que el primero que comparó a una mujer con una rosa era un poeta y el segundo un vulgar imitador, un mediocre gregario. En un aspecto, sin embargo, ha terminado nuestro presidente pareciéndose a su postizo modelo británico: en que sólo se fía, como explicaba con socarronería el viejo Winston, de las estadísticas que él mismo había manipulado.

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