Sea humilde, señor Sánchez

Llorente y Cuenca lanzó el viernes un monitor electoral muy interesante que ilustra cómo está cambiando el electorado. La consultora donde trabaja ahora José Luis Ayllón -el último jefe de gabinete de Mariano Rajoy- ha analizado la fluctuación del voto en la cuna de Íñigo Errejón, la Comunidad de Madrid. Y sí detecta que el electorado de izquierdas sigue estando mucho más movilizado que el de derechas. Frente al 28 de abril crecen hasta 50.000 los votantes progresistas que no tienen decidido su voto. Pero en el bloque conservador se declaran así 500.000 ciudadanos más que entonces. Y estos no solo dudan sobre a quién votar, sino también sobre si acudir a las urnas o quedarse en el sofá. El dato no es baladí porque en las pasadas elecciones se abstuvieron unos 800.000 votantes del PP. Lo que advierte este sondeo es que a buena parte de ellos les molesta menos verse gobernados por Sánchez que dar su voto a Pablo Casado. Son conservadores moderados a los que el líder popular aún no convence con su giro al centro. Tiene cinco semanas para seducirlos.

Pero la encuesta también concluye que quienes hoy votarían a Más País proceden casi a partes iguales de PSOE y Podemos. La mayoría de ellos culpa de la repetición de elecciones a Sánchez o a su partido y se declara de izquierda moderada, más cercano a los socialistas que a los morados. Es decir, que solo con un proyecto esbozado, Errejón haría caer hoy a Podemos y se comería el crecimiento que esperaban los socialistas. Si yo fuera Iglesias no dormiría, pero si fuera Sánchez empezaría a perder el famoso sueño.

Queda más de un mes por delante y las próximas elecciones se han convertido en una ruleta para los partidos de la izquierda. El líder socialista debería aparcar su altivez y empezar a pensar cómo va gestionar el día después del 10-N si vuelve a ganar las elecciones. Porque una cosa sí está clara. El país no está para celebrar unos quintos comicios en cuatro años. Aunque seguro que se le pasa por la cabeza.