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La evaporación del intelectual

¿QUÉ ha sido de los intelectuales? ¿Dónde están? ¿Por qué no consiguen hacerse oír sino rara vez acerca de las grandes cuestiones sociales? Sugiero que enfilemos esta intriga mediante un experimento virtual. Supongamos que se ha dividido a la población en tres estratos, con ... arreglo a un criterio generacional. El estrato más antiguo comprende a los españoles de cincuenta o más años; el segundo, a aquellos cuya edad se sitúa entre los cincuenta y los veinticinco; en el último, se agrupa la cohorte de los bisoños. Imaginemos, a continuación, que aparece, sobre una gran pantalla luminosa, la pregunta con que se abre esta Tercera. Mi conjetura es que los más talludos echarían en falta a pensadores del corte de Sartre. Serían menos precisos en la réplica los de mediana edad. Y los más jóvenes pondrían cara de póquer, porque ya no saben lo que es un intelectual. Para los que están estudiando una carrera en la universidad, o buscan trabajo después de haberse licenciado, la palabra «intelectual» se halla tan horra de resonancias concretas como «linotipista», «aladrero» o «calero». Voces, todas ellas, referidas a oficios antañones y como perdidos en la bruma del pasado.

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