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Editorial

Temor a que la calle se rebele

El Gobierno usa una doble vara de medir: ahora no hay huelgas legítimas, sino boicots a La Moncloa, y no hay trabajadores en lucha, sino fascistas. Demasiado cinismo, incluso para esta izquierda

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Los esfuerzos de la izquierda por ‘no perder la calle’ y que no prolifere un estallido social contra el Gobierno empiezan a ser insuficientes. La izquierda siempre patrimonializó a su gusto las protestas y manifestaciones, y las utilizaba como instrumento de presión constante contra los ... gobiernos del PP. En 2012, los sindicatos organizaron a Rajoy dos huelgas generales en pocos meses, sin darle siquiera margen para cumplir cien días en La Moncloa desde que convocaron la primera. Después, todo fue una cascada sin fin de protestas contra los recortes y el ‘austericidio’. Incluso la conflictividad social llegó al punto de soportar aquel famoso ‘Rodea el Congreso’, convocado por un incipiente Podemos, cuyo objetivo era desestabilizar las instituciones y acosar a la derecha. Hoy, pese a la gravedad de la deriva inflacionista, la escalada de los precios de combustibles, electricidad y gas, o pese al incesante aumento de los costes de las materias primas, los sindicatos callan. Solo se pliegan de forma sumisa, casi lanar, al Gobierno y se alinean contra la bajada de impuestos.

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