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El PP repite el mismo error

Ninguna plataforma crítica del PP, por mucho derecho que tenga a discrepar de Casado, debería encelarse en obstaculizar el auténtico objetivo de fondo: que Sánchez deje de gobernar

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La absurda guerra fratricida que se ha declarado el PP a sí mismo tiene visos de estar reeditando la profunda división interna que se produjo en 2008, cuando su entonces presidente, Mariano Rajoy, sufrió los embates de sectores del partido para fracturarse entre liberales, conservadores, ... moderados, tecnócratas… Aquella etapa se superó con una forzada unidad de acción en torno a Rajoy, quien finalmente obtuvo la mayoría absoluta frente al PSOE en las elecciones generales de 2011. Fue la última mayoría absoluta que hubo en España, pero el estigma de la fragmentación quedó latente en el partido. Nunca se cerraron las viejas heridas, basadas en ambiciones personales -legítimas pero a menudo tóxicas y arribistas-, o en el modelo ideológico del partido, con ámbitos muy descontentos con Rajoy por la pérdida de identidad. Hoy, el riesgo de que esta metástasis se esté reproduciendo es evidente. Los pulsos internos mantenidos entre Pablo Casado y Teodoro García Egea contra la lógica insistencia de Isabel Díaz Ayuso por presidir el partido en Madrid, o frente a la exportavoz parlamentaria Cayetana Álvarez de Toledo, tremendamente crítica, solo abocan a la formación a repetir errores del pasado. Y justo en el momento de mayor desgaste del socialismo, y en el instante en el que la mayoría de las encuestas atribuyen a la derecha posibilidades reales de gobernar. No se trata de restañar las heridas cuando se han producido, sino de evitar que las heridas se produzcan. Pero en la actualidad, ya parece irreversible este nocivo enfrentamiento orgánico que está afectando al ánimo de todo el PP, e incluso puede tener repercusiones negativas en las expectativas electorales de barones, como Juan Manuel Moreno en Andalucía, por mero efecto contagio de la conflictividad interna.

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