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Las empresas pagan caro el intervencionismo político

Los inversores cada vez valoran más una buena gobernanza en las empresas para comprar o vender sus acciones

Editorial ABC

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La intervención del Gobierno en las empresas con participación pública –con Indra como último ejemplo en la toma de control por las bravas de su consejo de administración– no solo generan problemas reputacionales en la cogobernanza sino que tienen nocivas contraindicaciones en la práctica y el día a día de las compañías. Esa expeditiva intervención espanta a los fondos inversores y retrae el interés de estos en otras empresas participadas por la SEPI. Entre una y otra cosa, Indra, por ejemplo, pagó caro la jugada intervencionista en la bolsa, dejándose casi un 15 por ciento, su peor resultado en el mercado en lo que va de siglo.

Porque los inversores cada vez valoran más una buena gobernanza en las empresas para comprar o vender sus acciones. Enagás, Red Eléctrica o la propia Indra interesaban mucho a los fondos de inversión, pero los analistas están notando que su 'politización' les puede hacer perder atractivo al menguar la seguridad jurídica y su reputación. Y ese siempre es un mal camino.

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