Editorial

Desaparecido en la quinta ola

El ‘Gobierno de las sonrisas’ se ha sacudido de encima cualquier responsabilidad sobre la pandemia. Sánchez solo da las buenas noticias y hace recaer las malas en las autonomías

28/07/2021
Actualizado 29/07/2021 a las 09:46h.

El Gobierno solo ha reconocido a regañadientes que España accedió hace ya más de un mes a una quinta oleada de la pandemia, y esto es así porque hace ya mucho tiempo, desde que finalizó el segundo estado de alarma, que Pedro Sánchez decidió que ... sus ministros, o él mismo, solo hablarían del coronavirus para dar buenas noticias. Así, anunció a bombo y platillo el final de la obligatoriedad de las mascarillas en espacios abiertos sin siquiera haber consultado con la comunidad sanitaria si esa decisión era prematura, y sin prever que los contagios se multiplicarían peligrosamente con la cepa Delta. Hace tiempo que el Gobierno decidió que la pandemia había finalizado a muchos efectos, y en el fondo reconoció que algunas medidas audaces como las adoptadas en la Comunidad de Madrid por Isabel Díaz Ayuso no solo beneficiaban la reactivación económica, sino que además daban votos. Además, el varapalo del TC declarando ilegal la aplicación del primer estado de alarma tampoco ha sentado bien al Gobierno, que ya se ha sacudido de encima cualquier responsabilidad de lo que ocurra con los españoles en lo que reste de pandemia.

Los datos son objetivos. Sánchez solo habla de la transmisión del virus si es para sacar pecho sobre un proceso de vacunación que sigue sufriendo carencias importantes. Hay comunidades de uno y otro signo político que han transmitido su preocupación por la ralentización en la recepción de vacunas apenas a un mes vista de que empiece el curso escolar. Y ni siquiera se sabe a ciencia cierta cómo se va a proceder a la inmunización de nuestros escolares. Más aún, algunos expertos ya cifran la inmunización de grupo en el 80 ó el 85 por ciento de la población, y no en el 70. También es notorio el caos con el reparto de segundas vacunas a los jóvenes veinteañeros, y más aún en plena temporada estival de viajes, desplazamientos y ocio. Unas autonomías se comprometen a vacunar a jóvenes provenientes de otras comunidades, y otras, no, y nadie sabe a qué atenerse en ese sentido porque la pomposa ‘Estrategia Nacional de Vacunación’ no es tal, sino la coartada de Moncloa para una ‘cogobernanza’ fallida.

Más datos objetivos: unas autonomías creen tener competencias para declarar toques de queda o cierres perimetrales por zonas, y otras no. Y para completar el mapa de incertidumbre, hay Tribunales Superiores de Justicia que se contradicen a la espera de que el Supremo pueda ir creando jurisprudencia sobre el alcance real de la merma de libertades en estas circunstancias. Tampoco el Gobierno ha accedido a aprobar una ley específica de pandemias, y eso que la oposición lleva meses exigiéndola. Los reproches al Ejecutivo en este sentido, implícitos en numerosos autos y sentencias, son serios, y hasta las recomendaciones del Consejo de Estado han caído en saco roto. A cambio, la respuesta del Gobierno al debate sobre si fue un error suavizar el uso de las mascarillas, sobre los agravios entre unos ciudadanos y otros, o sobre el alcance real de los toques de queda o el pasaporte Covid, es atacar a los magistrados que dictan sentencias desfavorables para Sánchez. Tampoco en el ámbito internacional todo va mejor. Ni Exteriores, ni Sanidad ni Turismo saben encauzar las sugerencias de países como Alemania, el Reino Unido, Francia o Estados Unidos para que sus ciudadanos no viajen a España. El roto a nuestra credibilidad y a nuestra economía es grande, y solo contamos con un gabinete desaparecido. Eso sí, es el mejor Gobierno de las sonrisas de Europa.