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Campaña tóxica en Madrid

El ataque de Sánchez a Díaz Ayuso confirma que la recuperación del voto de izquierdas solo es posible desde las vísceras del fanatismo, y no desde la crítica razonada

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Parecía que el nivel político de Pedro Sánchez había tocado fondo, pero ayer demostró que aún es capaz de rebajarlo. Sus críticas contra el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso fueron una exhibición de todo el sectarismo que la izquierda está dispuesta a desplegar para evitar ... la victoria de la candidata del Partido Popular. Sánchez no está solo en su pérdida de control; lo acompaña Pablo Iglesias con un discurso frentista e incívico, que quiere resucitar la discordia entre madrileños, a la vieja usanza del comunismo antidemocrático. Pero las palabras de Sánchez merecen un lugar diferenciado en el escalafón de la insidia política, porque fraguó con ellas un ataque basado en un encadenamiento de mentiras. Se ve que la recuperación del voto de izquierdas solo es posible desde las vísceras del fanatismo, y no desde la crítica razonada. Si en eso confía la izquierda, el discurso de Sánchez tampoco resultará eficaz, porque ni siquiera los votantes de izquierda pueden dar crédito a la afirmación de que en Madrid hay «podredumbre», «desmadre» y «descontrol». Habla de «desmadre» precisamente quien diseñó un estado de alarma a la medida de una estrategia evasiva que le ha evitado lidiar contra la pandemia -a la que dio la espalda tras ‘derrotarla’ el pasado verano- para centrarse en la propaganda. Será digno de estudio después del 4-M cuál es el motivo por el que la izquierda ha reaccionado frente a Díaz Ayuso con un estado próximo a la histeria. Por el momento, la desmesura de los mensajes de sus líderes sólo está consiguiendo dar la razón a los estrategas del PP cuando confrontan a su candidata con un bloque populista de izquierda, amenazante para las libertades y dominado por el instinto de revancha. Madrid es para la izquierda el espejo de sus impotencias y fracasos, y ataques como el de ayer de Sánchez lo confirman.

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