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Batet, teórica del sanchismo

El discurso de la presidenta del Congreso, cargado de ataques a la oposición y a la Justicia, representó ayer toda una declaración de principios anticonstitucionales

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Anfitriona del acto central de homenaje a la Constitución, la presidenta del Congreso de los Diputados faltó ayer a la verdad cuando aseguró en su discurso que la deslegitimación de nuestro sistema de libertades «no es una circunstancia particular de España, sino generalizada en las ... democracias occidentales y en todo el mundo». Lo que ocurre en España no sucede en ningún otro país de nuestro entorno, geográfico o político. Lo sabe bien Meritxell Batet, testigo y cómplice, desde la tribuna de un Parlamento que cerró de forma inconstitucional, de un proceso deslegitimador de la Carta Magna, base de nuestro modelo democrático, que empieza y termina en el frente común que forman los socios del Ejecutivo. Cualquier nación desarrollada ha sufrido desde la crisis financiera de 2008 y en mayor o menor medida una involución hacia el extremismo, la fragmentación política y la demolición institucional. Solo España, sin embargo, ha tenido el desatino y el infortunio de integrar todas esas corrientes en torno a su Gobierno y en auxilio personal de su presidente. El discurso de la presidenta del Congreso, cargado de ataques velados e inapropiados a la oposición -los populistas son los demás- y marcado por la defensa de quienes pretenden anular al poder judicial para así evitar cualquier control legal a sus políticas, representó ayer toda una declaración de principios anticonstitucionales por parte de quien está obligada a velar por su cumplimiento. No se esperaba menos de Batet.

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