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Cuestión de catadura

NUESTRO querido presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja, está muy enfadado por el intrusismo de los profesionales de los programas de entretenimiento en el terreno del periodismo. Considera, con razón, que es uno de los principales motivos del vertiginoso ... proceso de desprestigio social de esta profesión. Resulta que a don Fernando, como a mí, le da cierto apuro ser colega de ciertos colegas. ¿Recuerdan el viejo dicho del periodista que le dice a un paisano aquello de «si ves a mi madre no le digas que soy periodista, prefiero que le cuentes que soy pianista en un lupanar»? Hoy probablemente muchos dirían que prefieren que la madre los crea proxenetas directamente. O un gran traficante de drogas algo sentimental y buen fornicador, con mote aristócrata, referente moral e ídolo deseado de millones de jovencitas españolas. Nadie dudará en que hoy conviene más ser duque que plumilla. Y no me refiero a la Duquesa de Alba que, según dicen, antes daba de comer a los periodistas y hoy es vejada diariamente en programas que da vergüenza ver incluso en soledad.

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