En primera fila

Burbuja medioambiental

Si un meteorito gigante fuera a impactar contra la Tierra, ¿nos cruzaríamos de brazos por ser un fenómeno natural?

17/12/2019 a las 00:06h.

Vivimos en una burbuja. Pero esta vez no es inmobiliaria, es medioambiental y se ha hinchado a fuerza de creer que la riqueza de hoy vale más que el futuro de mañana y que los recursos naturales son inagotables. Si esta burbuja termina por explotar ... los políticos volverán a depositar su responsabilidad sobre los ciudadanos argumentando que, inconscientes, estuvimos viviendo por encima de nuestras posibilidades. A esos niños que hoy crecen, alguien les dirá que no reciclaron lo suficiente, que fueron demasiados cómodos para usar el transporte público o que se dejaron llevar por el consumismo sin reflexionar sobre su impacto. Pero quien tiene hoy el poder para volver a encuadrar nuestra sociedad en los límites del planeta no son los ciudadanos, son sus líderes.

El decepcionante resultado de la Cumbre del Clima para afrontar lo que en palabras de Felipe VI es «el mayor peligro ambiental, social y económico que enfrenta la raza humana» constata que mientras los políticos lleven las riendas de esta crisis, las medidas no llegarán a tiempo. Quienes deberían sentarse en los foros climáticos y discutir qué actuaciones debemos adoptar deberían ser los científicos, no unos representantes que demuestran, una y otra vez, falta de liderazgo y resolución ante los problemas complejos. No creo que nadie tenga al Rey por un ecologista de pancarta, un alarmista o un populista. El gran sentido de la responsabilidad y el recto criterio que siempre ha demostrado debieran ser suficientes para abrir los ojos a quienes quieren seguir viviendo de espaldas a una verdad que avanza inexorable. La palabra de Felipe VI es igual de valiosa cuando habla de la unidad de España que cuando advierte de que «todavía hay tiempo, pero no hay tiempo para dudar; sí hay esperanza, pero también mucho trabajo por hacer; y a buen seguro supondrá varias generaciones lograrlo». Intervenciones como ésa son las que demuestran el valor que tiene para un pueblo una monarquía que mira a largo plazo, frente a una república presidida por un político cortoplacista.

Durante esta larga Cumbre del Clima ha vuelto a escucharse el argumento de que la temperatura de la Tierra cambia periódicamente y que, por tanto, estamos ante un fenómeno natural. Si detectáramos un meteorito gigante que se dirige hacia nuestro planeta ¿también nos cruzaríamos de brazos por no haberlo creado el hombre? ¿nos sentaríamos a esperar solo porque nuestro mundo ha recibido impactos similares en el pasado? ¿o haríamos todo lo posible por desviar su trayectoria? La ambición por seguir siendo igual de ricos tanto tiempo como sea posible ha alterado completamente nuestra perspectiva. La semana pasada un directivo español argumentaba en privado que no hay que preocuparse por una posible escasez de alimentos en el futuro, ya que el cambio climático elevará la temperatura en Rusia y convertirá en cultivables superficies que hoy son estériles. ¿Cómo hemos llegado al punto de que nos parezca estratégicamente igual de sostenible depender de Moscú que de nuestra huerta murciana? ¿Cómo podemos pensar que es mejor negar la amenaza que analizar de manera seria sus consecuencias?

Es necesario dejar atrás la polarización del debate climático, reducido ahora a «Greta sí» o «Greta no», y afrontarlo como lo que la ciencia dice que es: un riesgo creciente. Afortunadamente, tenemos el tiempo justo para desinflar la burbuja. Desafortunadamente, la clase política lo está malgastando.