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La alberca

La doctrina del rey

Si se aplicase a sí mismo lo que exige a Felipe VI, Torra tendría otra razón más para dimitir hoy

Alberto García Reyes

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El seísmo de La Zarzuela ha coincidido con el informe Pisa que dice que los alumnos españoles de 15 años están a la cola de Europa en comprensión lectora. Ante un futuro de analfabetos con título universitario, los argumentos agonizan. Es la hora de los ... clichés. Por lo tanto, el verdadero destierro del Rey Emérito no tiene su escala final en el ostracismo, sino en la inopia de España. El supremacista Torra, heredero del clan del «tres per cent», convocó ayer un Pleno del Parlamento de Cataluña, con el Covid devorando su costa como las olas muerden la historia en Ampurias, para patrocinar la abolición de la Monarquía y proponer la abdicación de Felipe VI, a quien sus oponentes tampoco reconocerán su pulcritud en la gestión del caso de su propio padre, mucho más drástica que la de cualquier institución o partido político en otros asuntos que sí están judicializados. El silogismo es sencillo: según la doctrina que Torra quiere aplicar en el caso del Rey Emérito, la banda de los Pujol, cuyo patriarca sí dejó en herencia a sus hijos un sistema de latrocinio multimillonario, tendría que haber desembocado ayer en su dimisión y en la disolución de la Generalitat. Y con la misma lógica deductiva se infiere que la reclamación del vicepresidente segundo Iglesias para que Felipe VI dé explicaciones en el Congreso es sobre todo una solicitud a sí mismo. Si lo que sale de los archivos del excomisario Villarejo basta para tener que adoptar este tipo de medidas, Iglesias tiene procesalmente hablando muchos más motivos para someterse al escrutinio del resto de diputados y aclarar qué hizo con la tarjeta telefónica de su asesora Dina Bousselham. ¿O las revelaciones del presidiario Villarejo y sus amigos son ciertas cuando ponen en tenguerengue a los adversarios y falsas cuando afectan a los camaradas? Está muy bien que se exija transparencia y asunción de responsabilidades. Pero hay que predicar con el ejemplo. O todos moros, o todos cristianos.

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