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Editorial ABC

Preguntas para Pablo Iglesias

El vicepresidente no debería mezclar las instituciones con su situación personal

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Iglesias vivió en carne propia lo difícil que es defender una falsedad contra las evidencias que arroja una investigación judicial. En una entrevista radiofónica, ayer insistió en mostrarse víctima de una conspiración policial a cuenta de la tarjeta de su exasesora Dina Bousselham. Es mejor ... que Iglesias dé estas explicaciones en sede judicial, porque esta huida a la desesperada solo confirma las sospechas sobre su relación con unos hechos sombríos. El vicepresidente de Sánchez no negó que tuviera en su poder la tarjeta del móvil que pertenecía a Bousselham, lo que justificó con la peregrina explicación de que fue para que esta no sufriera «más presión». Lo que no explica Iglesias es por qué, si la tarjeta no era suya, vio su contenido, y por qué se la quedó durante meses. La presencia de Iglesias en el Gobierno solo genera problemas. Y si es cierto, como dice, que Sánchez lo respalda, el presidente se equivoca, porque implica apoyar a quien simuló ser víctima de un delito que imputaba a quienes sabían que no tenían responsabilidad ninguna. Las «cloacas del Estado» son para él una excusa, pero el coste es alto: el escenario que crea Iglesias es el del un vicepresidente que acusa a la Policía que dirige el Gobierno de maniobrar contra él. Y Marlaska callado.

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