La desnutrición crónica afecta a cerca de 800 millones de personas
Según el Informe sobre desarrollo mundial 2003 elaborado por el Banco Mundial, la población del planeta podría aumentar en un 50 por ciento, hasta alcanzar la cifra de 9.000 millones de personas. En 2025, las estimaciones de Naciones Unidas a este respecto hablan ya ... de cerca de 8.000 millones de personas, y ello pese a la tendencia a la baja de la tasa de crecimiento poblacional, un pequeño indicio positivo en un mar de amenazas. Con semejante ritmo de expansión, la demanda de alimentos se verá más que duplicada en 2050 en un mundo en el que la capacidad de producción está ya en disminución.
Actualmente, el 11 por ciento de la superficie agrícola del planeta se emplea para la cosecha. En el sureste asiático y en Europa, la capacidad de expandir los terrenos agrícolas es ya muy limitada. Además, cabe destacar que una de las grandes amenazas para la biodiversidad es el aumento de tierras agrícolas. Mientras, en el norte de África y en Asia occidental, la escasez de agua potable restringe el desarrollo potencial de la agricultura. En África, la producción alimenticia crece ya a un ritmo inferior al de la población. La situación es aún más alarmante en regiones donde la tierra está ya deteriorada por la sobreexplotación o la desertificación. En el mundo, cerca de 1.300 millones de personas viven en tierras que no pueden sustentarlas, y en 2050 habrá más gente residiendo en ciudades que en zonas rurales. Sólo en Suramérica y en el África subshariana existe aún un potencial para la expansión del territorio agrícola y el incremento de la productividad.
Más demanda que producción
Así, la demanda de alimentos crece a un ritmo más lento que la producción, y todo apunta a que esta diferencia no hará sino aumentar. De resultas, en la mayoría de los países en desarrollo el tradicional excedente de la balanza comercial agrícola ya ha pasado a la historia. El déficit se sitúa ya en 2,5 billones de euros, una cifra que aumentará especialmente en los países asiáticos y del norte de África. Sin embargo, Estados Unidos y la Unión Europea tendrán que incrementar su producción y sus exportaciones para hacer frente a la demanda de alimentos. Las prácticas de agricultura sostenible, la utilización de sistemas de irrigación de alta eficacia y el empleo eficiente de fertilizantes serán las únicas vías para evitar la degradación del suelo e incrementar la producción sin recurrir a una expansión de territorios agrícolas que pondría en peligro al resto de los ecosistemas.
Pese a todo, bien es cierto que, desde la década de los 90, se aprecian signos de atenuación de la pobreza, especialmente en las regiones del este asiático. El índice de pobreza en los países en desarrollo, basado en una renta per cápita inferior a 1 dólar por día, ha pasado del 29 por ciento de la población al 23 por ciento. No obstante, las cifras siguen siendo abrumadoras, en particular en Asia y en el África subsahariana, donde casi la mitad de la población vive con menos de un dólar por día. Cerca de 800 millones de personas en los países en desarrollo están desnutridas, 40 millones menos que en 1990. Asimismo, persisten las desigualdades económicas entre países, sobre todo en Suramérica y África, donde el nivel de vida se aleja cada vez más del de los países desarrollados.
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