Prueba | Ford Kuga Hybrid, eficiente y confortable

El Kuga Hybrid que hemos probado conjuga un motor de gasolina Atkinson de 2,5 litros con una pequeña batería de 1,1 kWh que se recarga de forma automática al frenar o decelerar. Aunque la batería es mucho menor que la de su hermano enchufable - que ofrece 56 km en modo eléctrico - su gestión energética es muy buena, llegando a estar el modo eléctrico disponible en prácticamente el 80% del tiempo de funcionamiento en ciudad.

Cabe recordar que también está disponible una alternativa EcoBlue Hybrid diésel con tecnología de microhibridación (mild hybrid) de 48 voltios, eso sí, con un grado de electrificación muy inferior al del Kuga Hybrid.

En territorio urbano, donde mejor se defiende la mecánica híbrida, el consumo puede situarse por debajo de los seis litros, una cifra muy meritoria para un SUV de sus dimensiones con 190CV de potencia. En un viaje largo, donde el peso de la batería es un hándicap y no hay tantas deceleraciones y frenadas que la recargen, ha demostrado también un alto grado de eficiencia, con consumos entre los 6,4 y los 7,2 litros a lo largo de los más de 500 kilómetros de nuestra prueba.

En marcha el Kuga Hybrid es además muy confortable, gracias a su buen aislamiento, al menos en nuestra opción, con el nivel de equipamiento más refinado, el Vignale. Otro punto que contribuye a ello es la reducción de ruido y vibraciones que permite la mecánica eléctrica. El cambio automático Power-Split , que simula las transiciones, es además muy eficaz y agradable, sin que se aprecie el efecto elástico que a veces se percibe en las transmisiones de variador continuo.

El arranque del Kuga Hybrid es siempre en modo eléctrico, que se mantiene mientras se circule a baja velocidad. Además, el conductor puede elegir entre los modos Sport, Normal, Eco, Resbaladizo y Arena/Barro . El sistema opcional de tracción total inteligente efectúa un reparto del par entre ambos ejes para afrontar firmes deslizantes o terrenos algo rotos, por los que el Kuga puede pasar sin problemas gracias a su altura libre al suelo.

Pese a las baterías, el habitáculo, tanto en sus plazas delanteras como traseras, así como el maletero, mantienen amplias cotas que permiten viajar con confort. Según Ford, a ello ha contribuido el sistema de refrigeración líquido de la batería, que permite un empaquetado de dimensiones más contenidas y evita además la rumorosidad que supondría incorporar un ventilador.

Cabe mencionar que está disponible, como opción, una banqueta trasera desplazable que permite jugar con el tamaño del maletero, en función de si se requiere más espacio para almacenaje o más para las piernas de los pasajeros traseros. Dicha banqueta es partida, por lo que permite desplazar dos asientos, solo uno o los tres a la vez.

En el interior, los ajustes en nuesta unidad Vignale son excelentes. Destaca la lama de imitación de madera que recubre el salpicadero, así como el confort de los asientos de cuero. La pantalla central de infoentretenimiento, con ocho pulgadas, ofrece una gran calidad de visualización, y el opcional techo panorámico practicable es enorme, de los más amplios del segmento, y su apertura es rápida.

Hay además un head-up display proyectado sobre una lámina de metacrilato -no sobre el parabrisas directamente-, y la instrumentación es digital. La visualización cambia según el modo de conducción seleccionado, aunque se echa en falta un mayor número de pantallas entre los que poder elegir.