música
El poder de seducción de Devendra Banhart
El cantante folk agotó las entradas en el Teatro Lara en un concierto íntimo donde repasó todos sus clásicos
beatriz f. rebolledo
El Teatro Lara estaba abarrotado y se rindió ante el poder de seducción de Devendra Banhart (Texas, 1981) en el concierto que ofreció el pasado lunes. Banhart es ya un profeta conocido en tierras madrileñas, aunque el formato fue bastante innovador: una velada íntima ... con su amigo, productor ocasional y compañero de banda Andy Cabic, acompañados de una guitarra eléctrica y otra acústica, y turnándose para cantar los temas de cada uno.
Las barbas fueron un complemento obligatorio en una velada en la que, incluso, pudo verse a algún despistado con cara hirsuta y turbante, creyendo que Devendra seguía siendo aquel chiquillo «hippie». Pero nada más lejos de la realidad. El músico salió con chaqueta Lacoste, pelo perfectamente arreglado y mucho humor en castellano que dejó con cara de desconcierto a su colega de escenario en más de una ocasión.
«Quédate luna» fue solo el comienzo. El cantante venezolano-estadounidense-neohippie-folk-psicodélico (la lista de etiquetas es interminable) interpretó varias canciones de «Mala», su último disco. «Daniel», «Golden Girls» o «Never Seen Such Good Things» sonaron magistrales, salpicadas por los gorgoritos surrealistas del cantautor que, aunque se haya cortado la melena, sigue reivindicando aquella pose excéntrica que tanto ayudó a crear su fama, de la que, por cierto, no siempre se ha sentido orgulloso.
Y es que el músico se cansó de ser el foco de atención por sus relaciones sentimentales (con artistas como Natalie Portman o Rebecca Schwart). De ahí que, en 2013, sorprendiera con «Mala», un disco minimalista, cuidado al detalle y alejado del estilo de «What it will be», que cosechó unas críticas muy irregulares.
Andy Cabic aprovechó el auditorio lleno para repasar algunas de las maravillas folk de Vetiver, su grupo y el que acompaña a Banhart en directo, como «Maureen» o «Down at El Rio», con un estilo muy diferente al de su compañero y que, aunque le costó mucho más esfuerzo, logró arrancar aplausos y ovaciones en más de una ocasión.
El humor guasón de Banhart estuvo casi a la altura de sus canciones. Y si su música (weird folk, para ponerle otra etiqueta más) es delicada, mínima y en ocasiones parece un susurro, su sentido del humor es todo lo contrario: expansivo, ácido y muy sonoro. Así, animó en varias ocasiones al público a que pidiesen por esa boquita sus melodías favoritas y, por culpa de su terrible memoria, apenas fue capaz de cantar unas líneas de «Mi negrita» sin inventarse la letra. «Es que en Estados Unidos nadie sabe lo que estoy tocando», añadió entre risas.
El momento álgido se vivió con «Carmensita», uno de los hits del músico, que consiguió levantar las pasiones de un público muy comedido. Tanto que varios asistentes se quedaron sin gozar del último bis a ritmo de la melancólica «Bad Girl», ya que no esperaron a ver si había acabado un concierto del que, el resto de nosotros, salimos con una sonrisa de oreja a oreja.
El poder de seducción de Devendra Banhart
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