La estrategia del pederasta en serie
La Policía rastrea miles de matrículas, triangula teléfonos móviles y analiza bases de datos internacionales para dar con el raptor de niñas de Madrid
carlos hidalgo
La Jefatura Superior de Policía de Madrid, con la ayuda de los servicios centrales, está utilizando la tecnología más avanzada a su alcance para dar con el pederasta en serie de la capital. El raptor, al que se investiga por los raptos de cuatro menores ... (dos de origen dominicano, una española y una china), así como del intento de una quinta, japonesa, ha roto los esquemas de su «modus operandi» a raíz del último caso conocido, ocurrido el 22 de agosto entre los barrios de Canillas y Canillejas, separados por unos 9 kilómetros entre sí.
El 10 de abril pasado, el desconocido (español pero con un extraño acento; alrededor de 1,80 de altura; de entre 35 y 40 años de edad y, según se dijo entonces, de pelo oscuro, algo canoso y barba de tres días) se llevaba a una pequeña de 7 años del parque de San Juan Bautista. Salía con dos amiguitas de comprar chucherías en una tienda del barrio. «Ven conmigo, que me manda tu madre a que te cambie de ropa», fue la treta que utilizó para atraparla. Cinco horas después, una mujer que caminaba por la avenida del Machupichu, junto al centro comercial Palacio de Hielo y a dos pasos de la estación de Metro de Canillas, encontraba a la menor sola y muerta de miedo.
En el cuerpo de la víctima no había ni rastro de ADN del sujeto.Tampoco las cámaras de videovigilancia le captaron. La descripción proporcionada por la cría, que pasó la mayor parte de su cautiverio dormida por las tres pastillas de Orfidal que le dio el delincuente, era muy vaga y confusa: «El coche era pequeño, gris claro y con tres puertas. Me metió en el asiento trasero. Me llevó a un piso. El trayecto no duró más de diez minutos y no salimos a la carretera. La casa, sin portero físico, estaba a una altura importante, tenía pocos muebles, cajas por medio y la puerta era blanca», dijo. El retrato de un hombre aparentemente común, en una zona común (el noreste de Madrid), pero con una estrategia más que premeditada. Al menos, entonces.
Así empezaba la investigación más ambiciosa en Madrid desde la del «asesino de la baraja», hace doce años. Su Servicio de Atención a la Familia (SAF) desempolvó expedientes anteriores y descubrió que en septiembre de 2013, una dominicana de 5 años fue raptada en la intersección de Hermanos García Noblejas con Alcalá. De nuevo, Ciudad Lineal. Entonces, no la trasladó a ningún piso; todo se desarrolló en un coche con características similares. También tuvo noticias de que el mismo día de lo ocurrido en San Juan Bautista, pero por la mañana, el mismo sujeto intentó raptar a una niña japonesa, adoptada por un matrimonio español, en el mismo punto, cuando salía del colegio. Pero la chiquilla opuso resistencia y se libró de la tragedia.
Con los datos proporcionados por la niña española, se empezó a cribar a pederastas con antecedentes de la zona, especialmente españoles, pero también, por lo parecido de los acentos, latinoamericanos y rumanos. También se han metido en bases de datos internacionales.
Se acotó el vehículo a tres modelos de una posible marca y color. Salían 78.000 en Madrid. El abanico se abrió a tres marcas y a toda España: 470.000. Una criba extraordinariamente complicada.
Casi la mata
Diecisiete de junio. Siete menos diez de la tarde. Una niña china de 5 años juega en la puerta del comercio que regentan sus padres en la calle de Luis Ruiz, 22, en el barrio de Ascao (distrito de Ciudad Lineal). Se le acerca un hombre que lleva casi una semana, tarde sí, tarde no, rondándola, lanzándole aviones de papel, regalándole pulseritas de plástico. Ya se sabe hasta su nombre. Es el raptor, que en un abrir y cerrar de ojos monta a la niña en el mismo coche y repite la misma operación que con la víctima española. Cuatro horas y media de cautiverio, hasta liberarla, 7,5 kilómetros al norte. La niña pasa tres semanas en el hospital.Casi la mata.
El último ataque fue menos violento y no hubo sedación. El abuso fue en un descampado y el raptor no sabía ni el nombre de la cría, a diferencia de los casos anteriores. El coche parece otro, mayor. Todo ello genera más confusión: ¿Un imitador o «copycat»? ¿Estrategia o descuidos?
Ya hay un retrato robot; se triangulan los móviles de las zonas y franjas horarias de los primeros raptos; se criban decenas de miles de matrículas... «Lo pillaremos. Aunque sea lo último que hagamos», dice un investigador.
La estrategia del pederasta en serie
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