El horno que lleva casi tres siglos asando cochinillos

Desde el año 1986 y gracias a la gestión de un cliente inglés jubilado, esta casa de comidas aparece en el Libro Guinness de los Récords como el restaurante más antiguo del mundo, tras desbancar a un restaurante de París, según cuenta Antonio González, tercera generación de la familia al cargo del restaurante.

Botín fue construido por el francés Jean Botín encima de una bodega, cuyas paredes todavía tienen restos de la antigua muralla de Madrid. A través de su planta baja, se accede a dos galerías subterráneas que, en el Madrid de los Austrias, conducían al Palacio Real.

A pesar de toda su trayectoria durante casi tres siglos , Botín no ha perdido su esencia más castiza. Aunque a primera hora de la comida en sus mesas se sientan más turistas extranjeros, la realidad es que el 60% de su clientela siguen siendo españoles atraídos por el delicioso olor a cochinillo asado que invade todo el restaurante al mediodía.

Por sus salas han pasado infinidad de famosos como Francisco de Goya, quien se rumorea que trabajó allí como friegaplatos; o Ramón Gómez de la Serna. Pero no solo españoles, el mismo Ernest Hemingway, según cuentan los trabajadores del restaurante, terminó allí su libro «Fiesta», además de introducir al restaurante como una de las localidades de la novela.

Hasta los mismísimos Juanito Santa Cruz y Fortunata, afirman haber probado las delicias de este restaurante Botín. Así lo narra el escritor Benito Pérez Galdós en su novela «Fortunata y Jacinta»: «anoche cenó en la pastelería del Sobrino de Botín, en la calle cuchilleros […]».